Ir al contenido principal

A Game of Thrones: Winterfell's bastard

NAERYS NIEVE

Naerys es un personaje de la saga Canción de Hielo y Fuego de George RR Martin. Se desconoce con exactitud el origen de la joven, se sabe que nació en el año 285 a.C, (como referncia: dos años menor que Robb y uno mayor que Sansa) en el Norte, y fue abandonada en el septo de Invernalia siendo apenas un bebé, con el único indicio acerca de su familia de un papiro son su nombre escrito.Su nombre de pira: Naerys, es en honor a una reina de la dinastía Targaryen, una mujer muy devota, que quiso tomar los votos pero que su padre no le permitió por tener que cumplir con sus obligaciones de princesa. (Fue la hija menor del rey Viserys II, se casó con su hermano Aegon IV, apodado "El Indigno" y dio a luz a dos hijos: el futuro Daeron II y la princesa Daenerys).En cambio, tiene el apellido propio de los bastardos en el Norte. Ramsay Bolton, deduce por sus rasgos finos y elegantes que probablemente posea sangre noble, concretamente sangre Stark, ya que según el de Fuerte Terror: "Posé los inconfundibles ojos grises del lobo" por su edad podría ser otra hija de Lord Eddard o de su hermano Benjen, de la Guardia de la Noche, que por sus votos no tendría permitido engendrar hijos y por eso la abandonó en el septo.A pesar de su "hipotética" sangre noble, Naerys se cría entre las
cuadras, cuidando perros y caballos y desarrollando espléndidas dotes para la caza. Tiene dos perros, a los que llama con nombres de la antigua dinastía: Aegon y Aemon (como los hermanos de Naerys). Monta a un potro castaño llamado Loron, a quien tiene especial cariño, y que bautiza en honor a un histórico rey de las Islas del Hierro. Es una joven tímida, que apenas habla y se mantiene alejada de la gente todo lo que puede, espiando a los varones Stark durante sus jornadas con la espada, el arco o el caballo, y siendo una habitual en las partidas de caza de Lord Eddard. Theon Greyjoy la recuerda como a la "chica que preferiría estar rodeada de bestias que de personas". El mismo pupilo de Lord Eddard, le pone el apodo de "La Chica Targaryen", por sus cabellos plateados, casi blancos y suele burlarse de su apellido bastardo emparejándola con Jon Nieve. De echo, en su encuentro con Jaime Lannister, al descubrir sus cabellos, la primera palabra que suelta el hermano de la reina es "Targaryen" evocando a los recuerdos que el caballero tenía de sus tiempos al servicio de Aerys, y de como le recordaba ese cabello a Rhegar y a Viserys. De echo, la joven es descrita por tener una belleza exótica; "con los ojos del lobo pero con los cabellos el antiguo Feudo Franco de Valyria".Naerys desarrolla una amistad con el primogénito de los Stark, cuando éste marcha a vengar la muerte de su padre, le pide que los acompañe para cuidar de las monturas, pero Naerys prefiere quedarse en Invernalia.Está enamorada de Theon Greyjoy, por el que siente una gran admiración por su dominio con el arco, y su carácter extrovertido y alegre, aunque el de las Islas del Hierro parece no apreciar la belleza exótica de la muchacha.Con el paso del tiempo, Naerys abandona su timidez para dejar paso a la insolencia y al beneficio propio, asegurando que ya no sirve a ninguna casa: "si no al que le ofrezca un lecho cómodo y un plato de comida caliente cada noche". Esa insolencia llama la atención particular de Ramsay Bolton, quien toma a la joven como amante, entregándole su honor (algo que ella había reservado para otro), gracias al contacto con el bastardo, Naerys tiene mayor acceso a Theon, su antiguo amor, que logrará que por fin se fije en ella, a la vez sus noches con Ramsay alejan al hijo de Roose Bolton de Lady Sansa. Aún así, el romance con Bolton no son todo ventajas para la joven, quien tendrá que enfrentarse a Myranda, la otra amante, celosa de que Ramsay pase las noches completas con Naerys en lugar de con ella, al mismo tiempo en el que intenta idear un plan para salvar a Sansa y a Theon de las garras del bastardo de Fuerte Terror.


EL PRÍNCIPE DE INVERNALIA


-Príncipe Theon…- Hediondo no quiso ni volverse para ver quien lo había llamado, hacía ya tiempo que él no respondía por ese nombre. Se hizo una bola y se acurrucó contra la fría pared gris de la perrera. Sus harapos comenzaban a pudrirse sobre su piel y su aroma era cada vez más insoportable. Las costras y las heridas infectaban envolvían su cuerpo y había perdido mucho peso. Se encontraba débil y hambriento, y el frío del invierno invitaba a dormirse para siempre, olvidarse de este horrible mundo, de Ramsey, de Invernalia y poder descansar al fin, pero sus ojos, muertos de miedo se negaban a cerrarse. Una suave capa de lana le envolvió el cuerpo, pero Theon se la apartó de un tirón, temblando de miedo, sin atreverse a mirar a su interlocutor. No quería que se volvieran a reír de él de esa forma tan cruel, fingiendo que se interesaban por él, para después pegarle una puñalada por la espalda. Una mano suave y cálida se posó sobre su espalda, Theon ocultó el rostro, los músculos se le tensaron del terror y aguardó el impacto de una navaja, un palo, un látigo… pero en lugar de eso, recibió una suave caricia en la espalda. Seguía en tensión, en cualquier momento aparecería Ramsey y volvería a atarlo en el potro de tortura. Los dedos suaves y finos que le acariciaban la espalda, sin duda eran de mujer, ¿sería Sansa, en un acto de compasión? ¿O Kyra, su antigua amante que aún rondaba por el castillo? Los dedos se deslizaron sobre su cuello, intentó evitar que le tocase, pero si le apartaba la mano, podría llevarse una buena paliza, así que cerró los ojos con fuerza, tensó aún más los músculos y apretó la mandíbula. Una gota de sudor resbaló por su frente, a pesar del frío, el esfuerzo realizado le empezaba a pasar factura. Los dedos acariciaron su mejilla áspera, su barba desaliñada y un mechón de pelo castaño claro, sucio y enmarañado.-Estáis congelado, abrigaos y tomad esto, os sentará bien…-la voz resultaba extrañamente familiar, más como un recuerdo lejano, un dejavú, la sensación de haberla oído antes, hace mucho tiempo… Era una voz femenina, ligera como una pluma, pero a la vez grave y melancólica.-De mí no tenéis que tener miedo, no soy el bastardo de Bolton… Solo soy yo…-Temblando como un niño de pecho, el antes conocido como Theon Greyjoy alzó la mirada hacia la muchacha que le hablaba.
Theon Greyjoy, torturado por Ramsey Bolton, ha
perdido todas las ganas de vivir y de actuar por su
propia voluntad.

“La Chica Targaryen”-pensó para si mismo. En realidad, la joven que aguardaba frente a su perrera y se sentó a su lado, no tenía ninguna relación con la sangre del dragón, pero bien podría pasar por una pariente lejana. No poseía los ojos liliáceos que caracterizaban a la antigua dinastía, pero tenía el cabello tan claro que casi parecía tejido con hilos de plata. De hecho, la muchacha también poseía un nombre Targaryen, Theon no recordaba cual era exactamente: ¿Daenerys? ¿Rhaenys? ¿Visenya? Para él todos los nombres y reyes Targaryen eran iguales,  jamás había prestado demasiada atención a las lecciones del Maestre Luwin sobre la antigua dinastía como para saber diferenciarlos. Sí que sabía su apellido, puesto que era el propio de los bastardos en el norte, aunque jamás había oído hablar de su familia. Sin embargo, la chica lucía distinta a como la recordaba: era la ayudante de Hodor en las cuadras, se le daban bien los caballos, era tierna y dulce con ellos, y parecía entenderse mejor con las bestias que con las personas. También les había acompañado en alguna cacería, no era mala con el arco y se manejaba bien con el puñal. Theon apenas había hablado un par de veces con ella, sobre como quería que tratasen a alguno de sus animales. La muchacha bajaba la mirada y simplemente asentía con la cabeza y susurraba un inaudible: “Si, mi Lord…” No era más que una plebeya, tenía el pelo excesivamente largo y lacio y siempre lo llevaba recogido en una cola en la parte superior de la cabeza. Vestía como un muchacho, siempre con ropas de montar, viejas y roídas y botas rotas y desgastadas. Siempre estaba sucia, y olía a estiércol. En todos sus años en Invernalia, Theon jamás se había fijado demasiado en ella: era un par de años menor que él, y solía espiarlo mientras montaba, o practicaban con la espada o el arco junto con Robb y Jon. Él se había reído de ella, diciendo que era la mayor admiradora de Robb, porque siempre estaba cerca de él cuando entrenaba. Él mismo fue el que le llamó a modo de burla la “Chica Targaryen”,  por su parecido físico con la familia real y su apellido ilegítimo. Alentaba a Jon a acostarse con ella, alegando que, a lo mejor, de dos bastardos podría salir un Stark auténtico. Sin duda se arrepentía de como la había tratado, quería disculparse con ella, decirle que lo sentía y que había cambiado, pero estaba demasiado traumatizado como para abrir la boca sin autorización previa de Ramsey.

Con los ojos desorbitados por el miedo y marcados por unas profundas ojeras, Hediondo examinó más de cerca a la joven: tenía los ojos grises y almendrados, como Jon, una característica muy norteña. La piel blanca, apenas salpicada por algunas pecas y varias cicatrices curadas. El rostro era ovalado y con las facciones delicadamente marcadas, elegantes. La nariz pequeña y respingona destacaba sobre los pómulos sonrojados por el frío. El labio inferior era más grueso que el superior, y se curvaba vertiginosamente hacia abajo. Eran rosas, muy brillantes, comparables a las estivales flores de Altojardín. Tenía una pequeña cicatriz en la mejilla izquierda, probablemente fruto de alguna accidente a caballo, pero en conjunto se trataba de una muchacha hermosa. Era de complexión menuda, sin demasiado pecho, pero esbelto y firme, propio de su juventud. Las abundantes capas de ropa no permitían distinguir mucho más allá, el cinturón marcaba la depresión de la cintura y resaltaba las voluptuosas caderas, que finalizaban en dos piernas fuertes y musculadas, como consecuencia de todos sus años como amazona.

La joven seguía acariciándole el cuello con delicadeza, Theon se preguntaba como llevaba tanto rato a su lado sin salir corriendo por el olor. Tenía los dedos congelados, puesto que a pesar del clima, iba sin guantes, pero Greyjoy agradeció al cosquilleo delicado que le producía el contacto humano. La joven lo tomó por la barbilla y le obligó a mirarla a los ojos. Un tintineo resonó cuando efectuó el movimiento del brazo-Theon Greyjoy…-susurró como decepcionada y con un ápice de tristeza-¿Qué ha hecho este mundo con vos?-El muchacho dirigió sus ojos azules hacia abajo, hacia la mano que le sujetaba el mentón, la muñeca de la chica lucía un brazalete de plata, demasiado elegante para una plebeya, de éste, colgaba una pequeña cruz, tuvo que fijarse detenidamente para darse cuenta que en realidad se trataba del hombre desollado de los Bolton. Theon soltó un alarido de terror y se hizo una bola contra la pared de la perrera, gritando asustado:

-No os preocupéis, príncipe Theon…-dijo ella en un susurro intentando calmarlo y presionando para que bajase la voz-el bastardo duerme, no sabe que estoy aquí, pero si lo averigua nos despellejará a ambos, por favor, bajad la voz…-la muchacha sacó un tarro humeante de barro de la bolsa de cuero que había llevado con ella. El olor a pollo le hizo rugir el estómago. La bastarda sirvió un tazón de caldo en la tapa del tarro y se lo tendió a Theon-Tomad, os sentará bien...- el joven la miró desconfiado- Os aseguro que no está envenenado, Ramsey buscaría otras formas más crueles de mataros que no envenenando vuestra sopa, eso os lo aseguro…

La chica tenía razón. Dos manos huesudas y esqueléticas se acercaron tambaleantes al tarro que le tendían. Theon se llevó el caldo a los labios, primero bebió un sorbo desconfiado, pero terminó bebiéndoselo todo de un trago. La joven le llenó otro cuenco, que bebió con más calma…

-Gracias…-se atrevió a pronunciar por fin con un hilillo de voz tartamudo. Quería pronunciar su nombre, pero no lo recordaba:

-Naerys. Me llamo Naerys, Naerys Nieve,-aclaró-como la madre de Daeron II.

Después de ver el brazalete, Theon se percató de que la joven no vestía como una plebeya. Tenía el cabello más corto que cuando la vio por última vez, a la altura del pecho, limpio y sedoso, desprendía un aroma dulzón y se rizaba suavemente en una delicada onda natural. Lo llevaba suelta, con apenas un mechón recogido a cada lado. No vestía un exquisito vestido de terciopelo, pero las prendas que llevaba eran de muy buena calidad: La túnica de lana gris perla era de manga larga, aunque la llevase arremangada por los antebrazos, le llegaba hasta los muslos y la sujetaba a la cintura una cinta azul decorada con piedrecitas negras y brillantes. Las mayas oscuras también eran de lana tejida y las botas nuevas, de cuero curtido ribeteadas. En el cuello llevaba otra pieza de lana azul marino para proteger la garganta del frío. La capa con la que había cubierto a Theon era caliente y tenía el cuello cubierto de pelo de lobo para mantener aún más el calor. Mientras sorbía la sopa, Naerys le cubrió las piernas con ella.

La reina Naerys Targaryen, fue la esposa-
hermana de Aegon V, la hija de Viserys II
y la madre de Daeron II, 
fue una reina muy devota.
La chica recibe su nombre en su honor.
Quería hacerle un sinfín de preguntas, el por qué llevaba ese brazalete, o estaba tan limpia y tan bien vestida. Como había sobrevivido todos estos años y por qué le estaba ayudando… Pero Theon tenía demasiado miedo a despegar los labios de su tazón y que le arrebatasen su preciada cena. Con suma delicadeza y aprovechando que estaba distraído, Naerys cortó con su puñal la camisa sucia de Theon y le examinó el pecho desnudo: estaba lleno de costras y cicatrices, heridas mal curadas, quemaduras y hasta había zonas donde la piel arrancada aún no se había recuperado del todo. La joven acarició con delicadeza las palpables costillas, y besó con ternura el pectoral izquierda, donde un trozo de piel acaba de regenerarse. Hediondo se estremeció ante tal reacción, hacía demasiado tiempo que una mujer no lo tocaba… Pensaba que después de su mutilación, no sentiría nada, pero Naerys acababa de despertar en él sensaciones que ni recordaba y que creía extintas. Con sumo cuidado aplicó un paño húmedo sobre sus hombros y comenzó a limpiar la mugre y la suciedad de su cuerpo. Greyjoy temblaba, no por el contacto frío del paño, sino por el terror, tenía la mirada perdida en el suelo, no movía ni un músculo, estaba en constante tensión, pero simplemente se dejaba hacer:

-Tenéis los músculos agarrotados…-dijo ella mientras le lavaba los hombros-hace mucho frío y las perreras son muy húmedas, espero que la ropa limpia, la sopa y la capa que os he traído hagan de vuestra cárcel un lugar un poco más acogedor…

-Al amo no le gustará…-se atrevió a susurrar Theon, sin intención de mirarla a los ojos.

-Me da igual lo que me haga ese cruel bastardo, no le tengo miedo a morir. No pude defender a los míos cuando llegaron los Bolton, no sois un Stark, príncipe Theon, no sois Lord Eddard, ni tampoco Robb, pero sois lo único que me queda, y voy a luchar por vos, os lo prometo…

La joven no se atrevía a mirarlo a los ojos tampoco. Cuando terminó de lavarle el torso, siguió con el cabello, Theon no podía parar de observar el tintineo que producía el brazalete al moverse, Naerys se percató de cómo le incomodaba.

-No os preocupéis por esto-continuó-fue un regalo de Ramsey, él me tiene “aprecio”, quizá porque ambos hemos nacido con el mismo apellido. Con sus otras amantes practica cosas muy extrañas, pero a mi me trata bien… A veces se pone un poco salvaje cuando se acuesta conmigo, pero después duerme durante toda la noche, no creo que se despierte hasta bien entrada la mañana, y entonces yo estaré allí, durmiendo desnuda a su lado: Obediente y servicial, así es Naerys Nieve… No me miréis así, no soy una ramera como con las que os acostabais cuando erais un chiquillo. Ha sido mi manera de sobrevivir, por la mañana atiendo caballos y organizo cacerías, por la noche caliento el lecho del bastardo de Fuerte Terror. A cambio consigo ropas nuevas, un lecho cálido y un plato de comida caliente… Se acerca el invierno príncipe Theon. Pensadlo por el lado bueno, cada noche que pasa conmigo, es una noche menos que pasa con Lady Sansa.

A Theon le dolió ver como se desprestigiaba esa muchacha por no poseer sangre noble: por supuesto que se alegraba que ese monstruo no yaciese con Sansa, pero no por eso tenía que acarrear con el castigo esa pobre chica…

-¿Por qué me ayudáis?-consiguió escupir Theon mientras Naerys le colocaba una camisa limpia.

Ella soltó una risita:

-Siempre me habéis parecido un arrogante y un engreído, con aquella sonrisa tan irritante, siempre rodeado de mujeres, contando vuestras hazañas de caballero como si fueseis el mismísimo Arthur Dayne, pero en el fondo, tenéis buen corazón… La noche en la que tomasteis Invernalia, un hombretón gordo y maloliente me sacó de la cama y me arrastró hasta las cuadras, quería que le preparase mi mejor montura para huir de la fortaleza, me negué, ni el rey Robb ni el príncipe Bran me habían autorizado a hacerlo. El hombre me pegó una paliza brutal, y como castigo por desovedecerlo intentó forzarme, robarme mi honor... pero entonces entrasteis vos, mi príncipe, y ordenasteis que no se tocase un pelo del servicio de Invernalia, el que lo hiciera, sería severamente castigado. Sin saberlo me salvasteis la vida, ni siquiera me conocíais, pero no importó, me salvasteis y os estaré eternamente agradecida por ello, aunque desgraciadamente terminé entregando al bastardo de Bolton aquello que os pertenecía solo a vos...

Theon se estremeció al mirarla a los ojos, fríos y grises como el hielo, sin duda, había algo de Stark en ella. Era tan dulce y tan bella, tan inocente... ¿Por qué el viejo Theon no se percató de ello? La hubiese acogido en su lecho, Hediondo solo podía lamentarse por ella, y recordarla como era antes, la sucia bastarda de las caballerías:

-Cuando eráis niña, solíais espiarnos a Robb, a Jon Nieve y a mi mientras practicábamos…-Greyjoy casi esbozó una sonrisa al rememorar aquellos tiempos tan felices, donde no era más que un adolescente altivo y despreocupado.

Naerys rió de nuevo:

-Robb era muy apuesto, honorable, valiente, con esa sonrisa tan bonita y esos hermosos ojos azules, era el sueño de todas las pupilas de Invernalia… y Jon, su medio hermano, la sangre del lobo recorría sus venas, tenía ese aire salvaje, misterioso, tan irresistiblemente exótico… Y luego estabais vos, con vuestra irritante sonrisa y vuestro enorme ego, alardeando de vuestras dotes delante de las doncellas, siempre rodeado de prostitutas baratas y vino agrio, eráis insoportable, pero yo moría por esa irritante sonrisa.-Por primera vez en toda la conversación sus miradas se cruzaron. Naerys acarició con 
Los lejanos y felices días en Invernalia: Robb y Theon
el día que encontraron los cachorros de Lobo Huargo.
suavidad las mejillas de Theon… El muchacho se quedó sin palabras, por primera vez en mucho tiempo, alguien le mostraba cariño, amor, la calidez de ser amado… y le estaba encantando. Deseó no tener miedo, sentirse vivo de nuevo, ser el viejo Theon, llevarse a esa cosita pequeña y rubia a su lecho y pasar con ella todo el invierno, manteniéndola caliente a su lado, pero no se atrevía a pedirle disculpas, ni siquiera por haber estado tan ciego… Siempre pendiente de las damas de alta cuna, pagando a las más sucias prostitutas, sin haberse fijado en la dulce sonrisa de la bastarda de las cuadras. Creía que ya no sentía deseo alguno, pero estaba equivocado, deseaba con todas sus fuerzas besar a esa chica, estar con ella, yacer a su lado... 

-Sabéis que yo… en fin… no puedo… Lord Bolton me…

-Eso me da igual…-pronunció Naerys mordiéndose el labio inferior. Dubitativa alargó la mano hacia él y acarició sus dedos, fríos y ásperos, un escalofrío le recorrió la espina dorsal al sentir ese contacto tan cercano, tan íntimo- Sois lo único que me queda príncipe Theon, el único motivo por el que puedo luchar, por liberar a Invernalia de esta pesadilla, si no lo hago, no sé qué será de mi…
Greyjoy volvió a sentirse indefenso ante los ojos grises de la muchacha, la valentía de Naerys lo asombraba, y lo hacía sentirse pequeño e insignificante. Ojalá tuviese el valor que tenía aquella joven ahora mismo y pudiese vencer a Ramsey y ayudar a Sansa…

-Dejadme de llamar príncipe Theon, soy Hediondo…-escondió el rostro entre las rodillas, pero dejando los ojos al descubierto, sin poder apartar la vista de esos ojos de lobo… una extraña fuerza lo atraía hacia la joven bastarda.

-No…-dijo ella negando con la cabeza. Su tono de voz era firme y seguro. Un rayo de luz se posó sobre su mejilla, el sol comenzaba a despuntar-Lord Eddad fue mi señor, Robb Stark mi rey, y vos sois y seréis mi príncipe… Me da igual quien se siente en el trono de Invernalia, el en el Trono de Hierro o sobre la reina Cersei. Sois mi príncipe...

Apoyaron la frente el uno en el otro y cerraron los ojos, en silencio, manteniendo la magia del momento, deseando que no se terminase nunca:

-Debo marcharme, Ramsey despertará en breve, y querrá que le alegre la mañana… Eso os dará tiempo para descansar un poco más y terminar de entrar en calor.-Naerys le besó tiernamente la frente y se levantó del agujero que era la perrera de Theon. El joven alargó la mano para intentar retenerla, pero fue incapaz de pronunciar palabra de nuevo:

-Ayudad a Lady Sansa, príncipe Theon…-dijo ella antes de salir por la puerta-No la ignoréis, como hicisteis conmigo…-se volvió un última vez, el joven ya casi no distinguía su silueta, la luz del sol le cegaba y apenas pudo ver esos ojos grises y los labios rosados sonreírle de nuevo.-Yo soy tuya...-pronunció antes de desaparecer entre el ajetreo matutino de Invernalia

Una fina capa de nieve cubría la fortaleza aquella mañana, pero el sol cálido brillaba e invitaba a los lugareños a abandonar sus hogueras y a salir a pasear al aire libre. Lord Bolton decidió que era un buen día para irse de caza, lo acompañó un pequeño séquito, y también Naerys y Myranda, otra de sus amantes. Theon los vio alejarse a caballo, desde la puerta en forma de arco de piedra de las perreras, en dirección al Bosque de los Lobos. Su rostro estaba más ofuscado que habitualmente. Era consciente que ese día, la presa no iba a ser una bestia cuadrúpeda.

-Y yo soy tuyo...-afirmó Theon mientras veía a la comitiva perderse entre los frondosos árboles del bosque.



EL BASTARDO DE FUERTE TERROR

En realidad, la noche en las perreras no había sido la primera vez que Theon veía a Naerys desde que los Bolton tomaron Invernalia, lo cierto, es que habían compartido algún que otro momento muy íntimo, pero la torturada mente de Theon lo había intentado olvidar: Fue el mismo día en que Roose Bolton y su esposa llegaron a la fortaleza, el invierno estaba cada vez más cerca, y el viento soplaba verdaderamente fuerte esa mañana. Ramsay cabalgó hasta las afueras del castillo con una guardia de honor para recibir a su progenitor. Nada más verlos, saltó de su montura y los saludó con cálidos abrazos y gestos de cariño. "Es increíble como a veces logra parecer un hombre normal, incluso, 
Ramsay Bolton y su séquito salen a recibir a Lord Bolton
a las afueras de Invernalia
bueno" pensó Theon mientras observaba entre el séquito que había acompañado a Ramsay como el bastardo llamaba "madre" y besaba a Walda Frey. Lord Bolton estaba muy orgulloso sobre como su hijo había administrado la fortaleza en su ausencia y lo obsequió con un "regalo". Dos de sus guardias tiraron al suelo a una joven maniatada, que cayó de rodillas sobre la tierra, levantando una nube de polvo que se marchó volando entre las ráfagas. El color plateado de su cabellera apenas podía distinguirse por la mugre y el barro que lo cubrían. La melena estaba recogida en una cola alta, excesivamente larga que le llegaba hasta la cintura. Apenas vestía con una camisa fina, que antaño debía ser blanca y unas mayas viejas y roídas, al igual que las botas. Apenas sentiría los dedos por el frío, incluso Theon, que vestía con pieles, se estaba congelando, a saber como lo estaría pasando esa chiquilla.

-Mis hombres la encontraron en el bosque, intentaba robar un caballo para huir. Iba armada, y la muy zorra hirió a uno de mis guardias... Debería haberla matado allí mismo, pero creo que tú podrás darle mejor uso... Está un poco sucia, pero no hay nada que no arregle un par de cubos de agua...-Bolton dio una palmada afectiva al hombro de Ramsay, que miraba con ojos glotones y sonrisa perversa a su nueva presa.

El joven se acercó a ella, estaba tirada en el suelo, sin alzar el rostro y temblando por el frío. Desenvainó su cuchillo y cortó las cuerdas de sus muñecas y la cinta que le recogía el cabello, dejando que los mechones rubios y lacios cayeran a ambos lados de su cabeza. Colocó el cuchillo bajo su barbilla y le levantó el rostro para verle la cara. Los ojos grises mate del Norte brillaban sobre un rostro cubierto de polvo. En cuanto estuvo libre, se arrodilló y se envolvió con los brazos para protegerse del frío. Tenía las mejillas sonrojadas, temblaba, y soltaba vapor al respirar.

-¿Cómo os llamáis?-la joven no contestó. Ramsay la agarró por el mentón y la zarandeó bruscamente-¿A caso sois sorda? He preguntado que cuál es vuestro nombre...

La chica cometió la insolencia de escupir al Bastardo de Fuerte Terror en la cara. Ramsay se limpió las babas de la mejilla y soltó una carcajada. Inmediatamente después alzó el brazo dispuesto a golpear a esa muchacha en la cara, pero el grito de Hediondo lo detuvo:

-La Chica Targaryen-pronunció en un grito ahogado del cuál se arrepintió al instante.

-¿Has dicho algo sin mi permiso, Hediondo?-Theon deseó que se lo tragase la tierra. Tragó saliva, nervioso.

-La Chica Targaryen-esta vez fue la joven la que saltó en defensa de Theon-es así como me llaman. Cuido de los caballos de Invernalia.-Ramsay se volvió de nuevo hacia ella, tenía la piel tan blanca que casi parecía un espectro, y sus ojos, escalofriantemente azules. Si el Rey de la Noche los viera: saldría huyendo.

-¿Si trabajáis en las cuadras, qué hacíais intentando robar un caballo a mi señor Padre?

Naerys no respondió, uno de los guardias que la tenía apresada soltó un saco de tela a su lado:

-Cuando la cogimos, llevaba esto consigo...

Ramsay se acercó a los objetos lanzados: un arco rudimentario, un par de flechas hechas a mano, un cuchillo y un pequeño pergamino amarillo y viejo, como los que llevaban los cuervos mensajeros. El Bastardo cogió el papel y comenzó a desenrrolarlo.

-Estaba cazando, creí que los caballos eran de algún caballero que me estaba asustando a las presas. Solo intenté distrarle para poder terminar mi jornada...

-¿Cazar? ¿Con tres flechas?-rió Ramsay acercándose a ella con el papel ya desdoblado.

-No necesito más...-respondió insolente. Theon ya podía ver a la joven desollada en el potro de tortura del bastardo.

-"Naerys Nieve"-leyó en voz alta Ramsay como si hiciese un discurso-un nombre de realeza, combinado, en cambio, con un apellido de bastardo, decidme ¿A qué casa pertenecéis?-el joven observó los rasgos finos y delicados y los labios curvados de la joven, con un buen baño y el vestido adecuado podría pasar por la hija del mismísimo Aerys.

-Sirvo en Invernalia desde que tengo memoria. Me abandonaron en el septo de la fortaleza cuando era un bebé, las septas me criaron. La familia que me abandonó solo dejó ese papel sobre el cesto que me contenía...

Tenía los ojos de los Stark, Ramsay los había visto una vez, cuando Lord Eddard y su hijo mayor vinieron de visita a Fuerte Terror, hacia ya algunos años. Estaba casi completamente seguro de que la muchacha tenía ojos deL lobo. Ned Stark ya tenía un bastardo, un par de años mayor que la joven, si había podido engendrar uno, ¿por qué no dos?. Era la única explicación lógica que aparecía en su mente sobre porqué habían abandonado a la chiquilla en Invernalia. Era demasiado joven para ser de Brandon o incluso del mismo Lord Rickard, y demasiado mayor para haber sido engendrada por uno de los hijos de Lord Eddard. También estaba la opción de que fuese de Benjen Stark, de la Guardia de la Noche, con alguna ramera de Villa Topo, y que la hubiese llevado allí para que la criase su hermano.

-¿A quién servís?-preguntó serio, estaba claro que la sangre noble corría por sus venas, Ramsay tenía que averiguar si podía sacar provecho de la situación o si, de verdad, tenía un juguete nuevo.

-Stark, Greyjoy, Bolton...-respondió escupiendo al suelo, como si no le interesase-me da igual de quién sea el culo que calienta esa fea silla de piedra. Yo trabajo en las cuadras para el señor que me ofrezca una cama y un plato caliente cada noche.

"Si tiene un origen noble, no le importa cuál es, está demasiado dolida por el abandono que sufrió de niña como para interesarse quién la había engendrado"

-Mi Lord...-un guardia llamó a Ramsay.

El bastardo, en un ataque de ira. sacó una flecha de su carcaj y apuntó con el arco al hombre que le había llamado.

-¿Qué quieres ahora? ¿A caso no veis que estoy ocupado?-protestó Ramsay en uno de sus arrebatos de agresividad.

Theon Greyjoy reconoce a la chica que Roose entrega a
Ramsay como la muchacha que trabajaba en las
cuadras de Invernalia

-Lo estáis haciendo mal...-Naerys volvió a responder son insolencia. Theon, que contemplaba la escena entre la guardia, sostuvo la respiración. No conocía muy bien a esa chica, pero solo era una chica, no merecía sufrir las torturas de Ramsay Bolton. Uno de los guardias alzó el puño para castigarla por su bravuconearía, pero su señor lo detuvo con un gesto de la mano:

-¿Cómo decís?-Bolton bajó el arma y observó a la joven. curioso.

-El arco. Encorváis los hombros al tensar y no conseguís el ángulo óptimo para que la fleche penetre bien. Si le dais en la pierna, vuestra presa podrá huir tranquilamente...

-Parece que entendéis del tema... Venid, enseñadme como debo hacerlo...

Naerys se levantó, ante la atónita mirada de los guardias de Bolton. Se sacudió el polvo de los hombros y de las rodillas y apartó su espesa melena de sus hombros. Se acercó a Ramsay y éste preparó el arco. El hombre que apuntaban con el arco comenzó a temblar y a mirar a su alrededor buscando una ayuda que nunca llegaría. Intentó huir, pero el bastardo se lo prohibió. Naerys se colocó tras Ramsay, sus manos le abrieron los hombros, pegó su cuerpo al suyo y le rodeó el vientre con los brazos para enseñarle como debía tensar correctamente. Theon observó como el bastardo estaba disfrutando con esa situación, sin duda iba a pasar la noche torturando a esa joven, "así dejará a Sansa tranquila, al menos por hoy"-pensó Hediondo.

El disparo fue seco y limpio, justo en el pecho, ni siquiera pudo gritar, murió al instante. Ramsay sonrió satisfecho, sus gélidos ojos azules estaban fijos en el cuello de la joven, cuál murciélago a punto de saciarse de sangre. Sintió el roce de su cuerpo, aún pegado al suyo... "Ha sido un gran regalo, padre".

-Hediondo-ordenó. Theon dio unos pasos hacia adelante para acercarse a la pareja.-Te vas a encargar de escoltar a Naerys hasta el castillo. Después le prepararás una habitación, con mantas, ropa adecuada y una enorme bañera de agua caliente, y le prepararás una buena cena pero no harás nada hasta mi llegada. ¿De acuerdo?

-Si, mi amo...-respondió Greyjoy con los ojos fijos en el suelo. Agarró a Naerys por los hombros, sin mirarla, y se la llevó a rastras.

*    *    *

Ya era bien entrada la noche cuando Ramsay se dignó a parecer por la habitación que habían dispuesto para Naerys. La joven, vestida con sus harapos y su cabello trenzado, no se despegó de la chimenea crepitante en todo el día, se quitó las botas y puso los pies frente al fuego para volver a sentir los dedos. Theon depositó la bandeja sobre la mesa, la cena consistía en un muslo de pavo asado, recubierto con su grasa y algunas verduras cocidas como guarnición y un trozo de pan blanco. La muchacha acercó la bandeja al fuego y devoró el muslo con ansias la carne y las verduras, relamió el plato hasta no dejar ni rastro y se succionó la grasa de los dedos hasta casi arrancárselos. Theon aguardó en la puerta. La habitación de piedra estaba provista de una enorme cama recubierta de mantas de pieles, una cómoda y un armario de madera, equipado con todo tipo de telas que había ido recogiendo de las otras damas que vivían en la fortaleza. Un espejo de bronce y una enorme bañera de roble, llena de agua caliente hasta casi hervir con su correspondiente mesa auxiliar. El viento azotaba por el pequeño ventanal, adornado con cortinajes morados, no había dejado de soplar en todo el día y aguardaba una gélida noche de finales de verano. Sobre la cómoda, Theon había recolectado todo tipo de productos de higiene y de belleza que le había demandado Ramsay. El joven aguardaba inmóvil al lado de la maciza puerta de madera y hierro, con las manos entrelazadas sobre los muslos y la mirada hacia a bajo. Naerys intentó establecer conversación con él, pero el que había sido príncipe de Invernalia parecía no estar presente. El bastardo se presenció ya bien entrada la noche, la luz de la chimenea y las lámparas de aceite permitían distinguir perfectamente sus ojos fríos y azules y su sonrisa maquiavélica. Vestía de forma sencilla: con una camisa de lana azul y unos pantalones claros. Nada más entrar, Theon le sirvió una copa de líquido rojo que había en una jarra de cobre:

-Veo que no habéis probado el vino...-susurró suavemente.

-No soy muy aficionada a las bebidas espiritosas.-respondió ella con su habitual insolencia.

-Lástima,-se lamentó Ramsay indiferente-el vino del Rejo es el mejor de los Siete Reinos, inalcanzable para una criada como vos, pero habitual en un señor como yo...

Naerys se levantó y se encaró a Ramsay:

-No sois un señor, aunque el rey os haya legitimado, sois tan bastardo como yo. El harapiento que tenéis allí detrás tiene más sangre noble que vos...

Está vez Bolton no se reprimió y el puñetazo tumbó a Naerys al suelo. La joven se levantó tambaleante, sujetándose la mejilla sonrojada.

-¿Sabéis por qué os he hecho traer aquí?-la muchacha negó con la cabeza. Ramsay la agarró por el cuello y la obligó a mirarla. Naerys intentó soltarse, la estaba ahogando, la joven comenzó a toser y a ponerse morada, el aire comenzaba a faltarle en los pulmones. El bastardo le susurró al oído-Porque no sabéis como me excita torturar a una insolente como tú hasta convertirla en mi zorra...-Naerys soltó un horrible gorgojeo, iba a perder el conocimiento en seguida, pero de repente, un grito:

-¡No!-Theon se tapó la boca con ambas manos en cuanto hubo pronunciado esas palabras. Comenzó a temblar cuando vio la escalofriante mirada de Ramsay posarse sobre él.-Será mejor que os deje a solas, mi amo...-pronunció tímidamente.

-Quédate.-y Hediondo obedeció. Boltons e acercó a Theon, cogió un cuchillo de los utensilios de la cena y lo acercó a su entrepierna-¿Has osado hablar sin mi permiso, Hediondo?-el fuerte aroma de su aliento impactó sobre sus mejillas. Greyjoy cerró los ojos y gimió.

-Déjalo en paz...-está vez el tono de voz de Naerys no era de insolencia, era de súplica, Ramsay lo percibió en sus ojos llenos de lágrimas y rió travieso...

-¿Te gusta?-comenzó a reír a carcajada pura-¡No me lo puedo creer! ¡Estás enamorada de mi Hediondo!-reía hasta reventar, como si le acabasen de contar la historia más divertida del mundo-¿Así que la criada está dispuesta a morir por el señor? Que bonita historia de amor...-el bastardo los miró a ambos respectivamente sin dejar de sonreír-¡Que entretenida va a ser la noche hoy!

Ramsay tomó asiento en la silla que había al lado de la mesa de la comida. Cortó un trozo de queso con el cuchillo y se sirvió más vino. Contempló la imagen de sus víctimas, feliz y satisfecho. En frente de él estaba Naerys, joven, insolente, valiente, a su espalda Hediondo, temblando de miedo, con la mirada baja, esperando órdenes...

-Hediondo, acércate a ella...-con pasos temblorosos Theon Greyjoy se colocó delante de Naerys, ella era bastante más pequeña que él, y sus ojos no se cruzaban. La joven alargó suavemente los dedos para acariciar los suyos, pero Theon no sintió nada.-Quítale la trenza.-ordenó Ramsay.

Con la delicadeza que le permitieron sus dedos llenos de cayos y cicatrices, Theon deshizo el recogido de la joven, dejando que sus largos cabellos le acariciasen el rostro.

-Muy bien, ahora arréglaselo, como te han enseñado las doncellas, quiero que esta moza de establos parezca una auténtica princesa...

Naerys tomó asiento en un taburete y Theon comenzó a cortarle el cabello por capas, la joven juntó las manos y se dejó hacer, mirando de reojo como Ramsay disfrutaba con la imagen. La larga melena había desaparecido, ahora el cabello se ondulaba suavemente hasta el pecho, creando un suave rizo sobre la ceja derecha a modo de flequillo. Bolton se se levantó para contemplarla de nuevo, caminó a su alrededor, deleitándose por al juventud de las curvas de la muchacha.
Ramsay humilla a Theon convirtiéndolo en la doncella de
Naerys y burlándose del enamoramiento de ella hacia
el joven Greyjoy

-¿Cuántos años tenéis?-le preguntó Ramsay.

-En breves cumpliré diecinueve... -respondió ella. Había perdido su insolencia, y se limitaba a responder con la mirada fija en el suelo.

-¿Con cuántos hombres habéis estado? Conociendo al intrépido antiguo príncipe de este castillo apuesto que seguro habréis pasado por sus sábanas alguna vez, ¿me equivoco?

-Me temo que si, mi señor... puesto que yo nunca he conocido varón...

Ramsay se sorprendió ante tal confesión, aunque no paró de reírse a carcajadas pura. Todo el norte conocía la fama de mujeriego de Theon Greyjoy, aún así, había renegado de yacer con la moza de cuadras, que a pesar de todo... era un muchacha increíblemente hermosa...
De un tirón, Bolton le desgarró la camisa, Naerys calló al suelo por el impacto, y cubrió avergonzada sus pechos al descubierto. Ramsay la agarró por la muñeca y la obligó a levantarse.

-No os avergoncéis. Seguro que habéis soñado miles de veces que os desnudabais delante de vuestro príncipe, imaginaos lo buen señor que soy que estoy permitiendo que cumplas realidad tu sueño... Hediondo, prepárala...

Theon la terminó de desnudad y le cubrió el cuerpo de la joven con cera para rasurarle el vello. La muchacha era tan rubia que apenas tenia pelo cubriéndole la piel, a excepción de su sexo, cubierto por el suave vello oscuro y ensortijado. Naerys se mostró visiblemente incómoda cuando Hediondo se agachó hasta la altura de su entrepierna y rasuró el exceso de pelo de las ingles. Notaba su aliente invadiéndole su intimidad, cerró los ojos y contuvo las lágrimas. A él parecía no importarle, simplemente cumplía con su deber, Ramsay se deleitaba con la escena. Cuando hubo terminado, el bastardo volvió a examinarla... La joven sentía náuseas cada vez que se acercaba a ella, y una ola de terror la invadía, intentaba buscar refugio en los ojos de Theon, pero él estaba tan perdido que no la correspondía...
Con un gesto casi delicado, Ramsay acarició con la yema de los dedos el cuerpo de la joven: pellizcó descarado el pezón mientras Naerys aguantaba la respiración. Le golpeó el pecho bruscamente, pero ella ni se movió, "Vas aprendiendo" le susurró el bastardo. Su dedo resiguió su figura, pasando por la depresión de la cintura y los voluptuosos muslos, Naerys se estremeció al notar como acariciaba el vello de su sexo.

-¿Sois doncella de verdad?

-Reitero mi señor. Jamás he conocido varón...

-Bueno, no estará de más comprobarlo... ¡Hediondo!-Theon volvió a acercarse a Ramsay. Éste cogió su mano y levantó dos dedos-Vais a ver lo bueno que soy, Naerys, voy a hacer vuestros sueños realidad.

Y de una embestida introdujo los dos dedos de Theon Greyjoy en el interior de la joven. Ella se estremeció de dolor y ahogó un grito. Ramsay rió a carcajada pura al ver como se retorcía y empujó con más fuerza la muñeca de Theon, la chica cayó al suelo, retorciéndose por el dolor. Theon cayó con ella y la envolvió en sus brazos. El bastardo no paraba de reír apretándose el estómago con los brazos. Hediondo levantó a Naerys y al introdujo con cuidado en el agua caliente de la bañera.
"Está muy delgado" pensó la joven mientras la sujetaba "Casi no puede ni levantarme". Ramsay seguía riendo y se fue a servir más vino. Hediondo cogió un paño húmedo y comenzó a frotar sus espaldas y le introdujo con cuidado la cabeza bajo el agua "Sostenla un poco más, ahogarse será mejor que lo que le espera con este demonio", pero no lo hizo, sacó su cabeza del agua y comenzó a lavarle el pelo.

-Quítate la ropa Hediondo.-Theon y Naerys se volvieron hacia Ramsay, atónitos-¿No me has oído? Desnúdate...

Con temblores y los ojos inyectados en terror, Theon Greyjoy se quitó la harapienta camisa. Tenía el cuerpo cubierto de cicatrices, heridas y yagas, se le veían las costillas y tenía el estómago hundido. Naerys se mordió el labio, impotente y apartó la vista cuando se quitó los pantalones. Se introdujo en la bañera lentamente, tras ella, sus piernas rozaron sus muslos bajo el agua.

-Pégate más a ella,-ordenó Ramsay-que vea que su príncipe ya no es tan varonil como creía.

La joven cerró los ojos y apretó la mandíbula en cuanto notó en su espalda que entre las piernas de Theon no había nada... Una lágrima resbaló por su mejilla y cayó al agua. Hediondo, que parecía pasivo a todo, continuó lavándola como si nada... Ramsay se deleitaba con la escena, ambos atemorizados por su presencia, aterrados, temblando, y lo peor aún no había llegado... Mientras le cepillaba el pelo, Theon hundió una mano en el agua y la colocó sobre el muslo de Naerys, ella la agarró con la suya y suspiró aliviada. Una parte de Theon aún estaba allí, con ella, no estaba sola...
El caballeroso Ramsay Bolton sacó a la joven del agua y la envolvió con una sábana, envolviéndola entre sus brazos. Contempló a Theon, desnudo delante de él, con el cuerpo cubierto de heridas y marcas, esquelético...

-¿Y este monstruo es con el que soñabas? ¡Mírale, es patético! ¿Cómo podías desear eso? No puede hacerte sentir nada... Da asco...

La valentía que había caracterizado a la joven la invadió de nuevo. No tenía miedo por ella, a ella le daba igual sufrir, pero adoraba a Theon Greyjoy desde que era un chiquilla, lo espiaba mientras cazaba, mientras entrenaba, mientras reía, hablaba, cantaba... Era el héroe de sus sueños, y aunque él apenas se había fijado en ella, era la única persona conocida que le quedaba viva, y no podía verlo sufrir así. No, a él no, no al muchacho de la sonrisa irritante, no a su príncipe...
Se deshizo del abrazo de Ramsay y corrió hasta Theon para envolverlo con la sábana, mostrando su desnudez al bastardo.

-¿Por qué no lo dejáis ya, Lord Ramsay? Ya le habéis torturado suficiente... Me tenéis a mi, haced lo que os plazca conmigo, pero dejad a Theon en paz...

-¿Cómo puede ser que aún defiendas a esa cosa?-Ramsay dio largas zancadas hacia Naerys, la cogió por la muñeca y la tumbó en la cama de un golpe-¿Le deseáis? ¿Ansiáis yacer con eso, sentirlo dentro? No os preocupéis, puedo ayudaros con eso...-Cogió a Theon por la oreja y lo empujó sobre la chica, estaban desnudos el uno sobre el otro. Greyjoy miró a Naerys, tenía los ojos llenos de lágrimas. "No pasa nada, Theon, todo está bien" intentó animarlo en un susurro.-Fóllatela,-ordenó Ramsay.

-Señor yo...-intentó excusarse Hediondo.

-¡Qué te la folles!

Ramsay se sacó el cinturón y golpeó con fuerza la espalda de Theon, éste aulló de dolor y clavó las uñas en los antebrazos de la joven. El muchacho le abrió las piernas y comenzó a mover las caderas sobre la joven, intentando evitar su mirada, el bastardo agarró a Theon por la nuca y obligó a acercarse al rostro de la chica, para que la contemplase bien... Naerys se sentía visiblemente incómoda ante la situación, Ramsay la obligaba a mirar a Theon a los ojos, inyectados en terror y en lágrimas, sin duda disfrutaba de verlos así, pero ella no iba a permitirlo... Había soñado mil noches con yacer con Theon Greyjoy, y ni su mutilación ni la mirada perversa de Ramsay Bolton se lo iban a impedir. Se incorporó ligeramente y comenzó a mover las caderas al ritmo de Theon y a gemir lentamente, como si le estuviese haciendo el amor de verdad. Hundió su lengua en el interior de su boca y le mordió el labio inferior, deleitándose con el placer... La escena era perturbadora: un castrado y una joven virgen manteniendo relaciones sexuales. Theon pareció entender su juego, agarró a la chica por la cintura y la sentó sobre él, sus piernas envolvieron su cuerpo y comenzó a "embestirla" con más fuerza, ella abrazó su cabeza contra su pecho y gimió de placer. Sin darse cuenta, Ramsay estaba tan excitado como jamás lo había estado. Su asombro al ver a la pareja disfrutar era palpable en sus ojos azules y su desaparecida sonrisa, él también quería ser partícipe. Sin 
Ramsay termina cediendo a la belleza de la jove bastarda
y después de torturarla, yace con ella en presencia de Theon
pensárselo dos veces, agarró a Theon por los hombros y lo tiró al suelo, estaba tan ansioso que casi no pudo desvestirse correctamente, pero sentó a la muchacha sobre su pelvis y la penetró con fuerza. Naerys reprimió el dolor de su primera vez, no iba a permitir que Ramsay gozase con él, no le correspondía, no había estado tanto tiempo reservándose para ese bastardo... Intentó besarla, ella se resistió, pero finalmente terminó cediendo y deleitó a Ramsay mientras le mordía el labio inferior hasta hacerle sangre. Bolton casi se corrió en la primera envestida, tubo que serenarse para seguir penetrando a la joven, que ya se iba acostumbrando a tener a Ramsay en su interior y comenzó a moverse suavemente. Agarró al hombre por el cuello, con fuerza, él se estremeció de placer y agarró su muñeca con ambas manos mientras se seguía moviendo. Cerró los ojos, y Naerys aprovechó para echar un vistazo a Theon, se había quedado agazapado, a los pies de la cama, desnudo y hecho una bola.

-"Estoy bien, no pasa nada, tú solo cierra los ojos"-Greyjoy le leyó los labios, cubrió su cuerpo con la sábana que le habían arrebatado y cerró los ojos mientras se tapaba las orejas con ambas manos.

Cuando Ramsay se corrió clavó las uñas en los muslos de Naerys hasta hacerle sangre. Sujetó a la joven contra él unos instantes más, sintiendo como todavía estaba en su interior, inundándola con su esencia. Fue ella la que se despegó de Ramsay y se tendió a su lado, con sus otras amantes, el bastardo apenas pasaba unos segundos después con ellas desde que se las había follado, pero con Naerys permaneció hasta quedarse dormido, acurrucado a su lado. "Es increíble como un corazón tan frío transmite esa sensación de calidez" pensó la joven sintiendo el calor de Ramsay en su espalda. En el suelo seguía acurrucado Theon, desnudo y envuelto en una sábana, estaba tan agotado mentalmente que se durmió enseguida, Naerys le acarició el pelo tiernamente, al menos pasaría esta noche caliente, y no en las húmedas perreras, y mientras el bastardo yaciese junto a ella, Lady Sansa podría dormir en paz...

-No os preocupéis por mi, príncipe Theon, estoy bien, yo siempre estoy bien...-murmuró Naerys en un gemido entre lágrimas antes de acurrucarse junto a Ramsay y quedarse dormida.


TARGARYEN


Jaime recibió el Impacto del pelaje cálido y oscuro del caballo sobre su mejilla: era una bestia inmensa, fuerte, puro músculo que le había derribado de una embestida. Había salido de la nada, de entre los arbustos, silencioso como un lobo y se había lanzado sobre él. No era demasiado hábil con la mano de oro, todavía, pero fue lo suficientemente ágil como para agarrar la bota del encapuchado jinete y bajarlo del caballo. El impulso del impacto le ayudó para lanzarlo contra el tronco de un grueso y viejo árbol a un lado del camino. El jinete gimió levemente cuando su cabeza impactó contra la madera, el corcel se alejó al galope y pronto lo perdió de vista. Ser Jaime se levantó del polvoriento suelo, veía borroso por la caída y por la suciedad que había levantado el caballo y expulsó mediante tosidos ásperos la arena que se le había colado en los pulmones. Desenvainó su espada, y en cuanto se le aclaró la vista se acercó tambaleante hacia el jinete derribado. La hermosa capa blanca de la Guardia Real se había tornado marrón, y el peso de su valiosa armadura dorada le impedía moverse con la agilidad deseada. El muchacho parecía inconsciente, ahora que lo tenía delante, Jaime se dio cuenta que no debía tener más de catorce o quince años. Era menudo y delgado, vestía unos pantalones de lana blancos y una camisa larga beige, ceñida a la cintura por un cinturón de cuero donde colgaba una pequeña bolsita y un puñal. Las botas eran viejas y estabas desgastadas, igual que la capa gris, con el cuello forrado de un espeso pelaje oscuro, probablemente de lobo. “Una prenda muy norteña para estar tan lejos del cuello” pensó Jaime. El muchacho no se movía, una mancha negra había aparecido sobre las raíces del árbol. El caballero temió que el golpe en la cabeza lo hubiese matado… Alargó la punta de la espada para quitarle la capucha y desvelar su identidad. El contacto frío del hacer sobre su mejilla pareció despertar al chico, que abrió los ojos como platos y comenzó a jadear exageradamente, Jaime se asustó y apartó la espada bruscamente, cortándole accidentalmente la mejilla. El joven se llevó ambas manos a la herida y se sacudió bruscamente, provocando que la capucha se deslizará de su cabeza herida. Una espesa cabellera de pelo blanco y plateado calló sobre los hombros del jinete…

-Targaryen…-no pudo evitar susurrar Jaime en voz alta, atónito, ante el reconocible atributo de la antigua dinastía. La muchacha desenvainó su rudimentario puñal y apuntó con dos manos temblorosas al caballero:

-No… Nieve…-su voz vibraba tanto por el miedo como sus manos al sostener el arma.
Jaime dio un paso hacia delante, la chica alargó los brazos hacia él y giró la cara, contrayendo con fuerza el rostro por el miedo…

-Por favor, no me hagáis daño…

“¿daño? Yo no me dedico a lastimar a doncellas, y mucho menos a doncellas tan extraña como ésta” Recordó apesadumbrado como empujó al niño Stark por la ventana de la torre “Las cosas que hago por amor” aquellas palabras retumbaban en su cabeza mientras oía el grito ahogado del chico mientras caía de la torre”. Pero él ya no era ese Jaime, no, había cambiado, especialmente después de que su hija Myrcella muriese entre sus brazos de vuelta a Desembarco del Rey…

-Tranquila…-le susurró con voz tranquila-Solo quiero ayudaros…

-No os acerquéis…-gritó la muchacha, desafiante. Pero Jaime no obedeció y dio un paso adelante, con las manos arriba y la espada envainada-He dicho que no os acerquéis… Aemon, Aegon ¡aquí! 
Aemon (el claro) y Aegon (el oscuro) son los dos perro-lobos
de Naerys Nieve
De entre los arbustos del frondoso camino comenzaron a surgir una serie de gruñidos… Sin duda no eran los de ningún perro, pero tampoco eran tan potentes como para ser de un lobo… Dos cánidos rodearon al caballero saliendo de ambos lados del camino. Uno era gris oscuro y tenía los ojos amarillos, el otro era de un color amarillento y mucho más peludo, de mirada oscura. Ambos tenían el aspecto de un lobo, solo que algo más pequeño, con los morros alargados y las orejas afiladas. El claro tenía el morro más aplastado y el cuerpo más redondeado, mientras que el oscuro tenía más forma de lobo… Lannister odiaba a esos bichos, aún tenía pesadillas cuando Robb Stark ordenó a ese Viento Gris suyo que lo acobardase cuando lo tenían preso en aquella apestosa jaula. Jaime miró a ambas bestias, sin saber dónde meterse, si atacaba a uno de los perros, el otro o la muchacha se abalanzarían sobre él, y aunque matase a la chica, estaba seguro de que se convertiría en la cena de los animales. Estaba demasiado lejos del campamento como para pedir ayuda, así que se limitó a usar las técnicas que su hermano Tyrion dominaba: había vencido a reyes, a ejércitos enteros, sin duda debía tener el suficiente poder de negociación para derrotar a una muchacha…

-¿Aegon y Aemon? ¿Seguro que no sois Targaryen?

-¡Silencio!-ordenó apuntando con su puñal- u os convertiréis en la cena de mis hermanos…
Entonces Jaime se percató, la muchacha seguía sentada bajo el árbol, a pesar de que los lobos lo rodeasen, estaba a su merced, podía atarlo al árbol y huir tranquilamente, pero seguía sentada…

-¿Creéis que matarme sería la opción más sensata? ¿Quién os ayudaría a sanar vuestras heridas?

-Solo es un corte en la mejilla…

-Puedo ver la sangre que os mana de la cabeza.-el cabello blanco de la parte superior de su cráneo se había teñido de rojo. También sé que no podéis huir porque la caída os ha lastimado la pierna… Dejadme ayudaros… por favor…

Con un gesto de la cabeza los lobos dejaron de gruñir y se situaron mansamente a ambos lados de la joven. El más claro golpeó la mano de la muchacha para que le acariciase la cabeza, el oscuro, en cambio, seguía atento a cada uno de sus movimientos. A Jaime le sorprendió el dominio que tenía la muchacha sobre las bestias, sin duda le recordaba mucho a los Stark… El caballero se arrodilló a su lado:

-Me llamo Jaime, por cierto…- la chiquilla abrió los ojos como platos y entonces reconoció los leones de la armadura y la capa blanca de su rango:

-¿Jaime Lannister?-pronunció tartamudeando, atónita-¿El Matarreyes?

-Matarreyes, no Matadoncellas… Podéis estar tranquila.

Examinó el corte de la mejilla, apenas era superficial y ni siquiera necesitaría puntos, pero no estaría de más que uno de sus maestres lo examinara por si acaso… No podía ver bien el de la cabeza, manaba demasiada sangre y con una mano era difícil apartar la espesa melena. Entonces llegó el turno de la herida que le impedía caminar, le dolía el tobillo derecho y no se podía levantar. Era la parte por donde la había agarrado para desmontarla del caballo, y accidentalmente se la había fracturado. Jaime se sintió culpable…

-Mi campamento no está lejos de aquí, allí tengo un par de maestres que podrían ayudaros…

-No necesito vuestra compasión…-la joven silbó y el corcel que la había envestido regresó al trote y le frotó el morro contra su mejilla. La doncella se agarró de sus bridas y de un empujón se puso en pie, aunque sin apoyar el derecho. A Jaime no dejaba de sorprenderle la facilidad con la que esa mujer domaba a las bestias y lo difícil que había sido para ella comunicarse con él. A pata coja y vigilada muy de cerca por los dos lobos, se desplazó alrededor del potro castaño, sujetándose en él hasta colocarse en la posición ideal para saltar a la silla. Lo intentó varias veces, pero con una pierna no tenía la suficiente fuerza como para montarse sobre el corcel. La muchacha se puso roja al ver como fracasaban sus intentos bajo la cómica mirada del Lannister. Finalmente, Jaime dio un paso adelante, con su mano buena dobló la pierna de la chiquilla y la empujó hasta que se colocó sobre el caballo.

-Gracias…-susurró tímidamente. Avanzó unos pasos hacia delante, pero con una pierna inútil no tenía la suficiente fuerza como para guiar al caballo, que comenzó a dar vueltas a galopé corto. Jaime lo detuvo agarrándole por las riendas.

-Dejad de ser tan testaruda, si no se cura ese tobillo no podréis montar…-la joven resopló-Yo os he tirado del caballo, así que es responsabilidad mía curaros, y un Lannister siempre paga sus deudas. 
La chiquilla aceptó de mala gana que Jaime la llevase a su campamento. Caminaron tranquilamente y en silencio por el polvoriento camino que llevaba hasta Aguasdulces, castillo asediado por el ejército de Lannister para arrebatárselo al Pez Negro.

-Hace un día precioso ¿verdad?-el caballero intentó en vano romper el incómodo silencio que se había formado entre ellos. Pero la joven pareció no escucharle- ¿Cómo es el clima de vuestra tierra?

-Frío.-respondió secamente.

-¿Venís del Norte?-ella asintió con la cabeza-Yo estuve en Invernalia hace algunos años… 

-No es necesario que intentéis establecer conversación conmigo Lord Jaime…

-Solo Ser Jaime.-corrigió él-Los caballeros que juramos como guardias reales no podemos poseer títulos ni tierras… -ella miró al frente sin responderle, se balanceaba suavemente por el movimiento del caballo y la brisa la agitaba los cabellos blancos-Acabo de darme cuenta que aún no me habéis dicho vuestro nombre…
La joven le dedicó una áspera mirada:

-Naerys. Naerys Nieve.

Jaime echó un vistazo a los dos lobos que andaban a su lado: “Es una bastarda, lo que implica que es medio-noble, igual que estas bestias: son mitad perro mitad lobo, por eso los llama sus hermanos y les ha puesto los nombres de los hermanos de la reina Naerys: Aegon IV y Aemon el Caballero Dragón.

-¿Con que Nieve? ¿A qué casa pertenecéis?

-A ninguna…-respondió fríamente y sin mirarlo a los ojos.

-No voy a aprisionaros seáis de la familia que seáis…-Jaime comenzaba a cansarse de la impertinencia de la muchacha. El cabello rubio sin duda era un característica muy Targaryen, él había servido muchos años al rey Aerys, lo conocía a él y a su familia. El monarca tenía el cabello plateado, igual que la reina, mientras que los dos príncipes lo tenían más tirando a dorado. La chica era demasiado joven para ser una posible bastarda de Aerys o de Rhegar, quizá fuese de alguna rama secundaria o tuviese un antepasado Targaryen lejano y la muchacha hubiese adquirido ese rasgo por casualidad. Sin embargo, esos ojos… grises, fríos… Jaime estaba seguro que los había visto en algún lugar, tiempo atrás, pero no lograba averiguar dónde…

-Lo digo en serio… No sé a qué familia pertenezco,  me abandonaron en una fortaleza cuando era un 
bebé con una carta donde decía mi nombre, nada más…

Hasta llegar a Aguasdulces, Jaime Lannister estuvo reflexionando sobre el posible origen noble de la joven: había decenas de casas menores que no querrían hacerse cargo de una bastarda y lo más sencillo era dejarla en el septo nada más nacer, para evitar complicaciones. Bien podía ser hija de un criado y de algún pequeño señor: podría tener sangre Bolton, o Karkstark, o incluso Glover o Mormont… pero esos ojos, esa mirada canina, nocturna, lunar… le recordaba demasiado a los lobos… Pero como bien le pasaba con los Targaryen, las fechas no le cuadraban: Ned Stark ya tenía un bastardo, fácilmente podría haber engendrado otro, y conociendo el temperamento de Lady Catelyn era lógico que lo hubiese ocultado, luego estaba su otro hermano: Benjen, el de la Guardia de la Noche, si, ese era el más probable… No era secreto de nadie que muchos hermanos negros frecuentaban los burdeles de Villa Topo en sus noches libres, y por muy honorable que fuesen los 
¿Residirá el extraño aspecto de la joven en una antigua
mezcla entre los dragones y los lobos?
Stark; los hombres tienen necesidades. Si Benjen hubiese preñado a una puta de burdel probablemente hubiese dejado al crío en un lugar seguro, para asegurarse de que nadie contaba nada y así permanecerían sus votos intactos, y al mismo tiempo recibiría una buena vida y una buena educación. Si, esa era la teoría más probable, la chica era demasiado mayor para haber sido engendrada por uno de los hijos mayores de Ned y al mismo tiempo era demasiado joven para ser de Brandon o de Lord Rickard…

“La niña del pelo valyrio y los ojos de lobo…” susurró Jaime para sí mientras llegaban al campamento.

El caballero le había cortado la mejilla izquierda. El maestre le limpió la herida, y como suponía Jaime, no necesitaría ningún punto, aunque le quedaría una pequeña cicatriz. Ya tenía una en la misma sien, fruto de una desafortunada caída a caballo, como bien explicó Naerys.
Ser Jaime había ordenado que se hiciesen cargo de su caballo mientras llevaba a la joven a su pabellón personal. Ambos lobos los siguieron y se tumbaron ante el brasero encendido. No hacía demasiado frío fuera, pero nadie se negaría a acurrucarse junto a las brasas. Lavaron toda su ropa mientras ella se envolvía en una capa Lannister rojo escarlata. Una sirvienta le lavo la piel y el cabello con una esponja y mientras se preparaba un suculento guiso caliente, el maestre de Jaime se ocupó de sanarle las heridas.
El golpe del cráneo sí que necesitó sutura. El maestre le sugirió que para evitar el dolor bebiese un poco de la leche de la amapola, pero la muchacha se negó, debía estar lúcida en el menor tiempo posible para reprender la marcha. Lo peor fue el tobillo, era tanta la fuerza con la que la mano metálica de Jaime la había agarrado que había separado el pie y de la pierna de la muchacha.

-Afortunadamente, no se ha roto ningún hueso y podrás andar de nuevo en seguida-explicó el pequeño y redondo maestre de cabeza pelada y manto gris- pero la recolocación del tobillo va a ser muy dolorosa, y es probable que me lleve varios intentos, ¿seguro que no quieres tomar la leche de la amapola?

-Nada de leche.

El maestre asintió mientras de sus herramientas extraía un pequeño bastón con una gasa envuelta que empapó en vino. Naerys también se mostró reacia a eso, pero terminó aceptando a ponerse el palo en la boca. El vino extremadamente agrio le hizo que le llorasen los ojos y sintió como la visión se le nublaba por el olor.

-Cómo no vais a estar dormida, lo ideal sería que os atara a la camilla…

-Ni hablar…-se negó Naerys rotundamente.

-Pero señora, sería lo más sensato… Si no os moveréis y el resultado podría ser catastrófico…

-He dicho que nada de ataduras…

-Yo mismo la sujetaré…- se ofreció Ser Jaime en un tono que no permitía ningún tipo de reproche.

-Está bien…-el maestre accedió no demasiado convencido.

Naerys se incorporó ligeramente sobre la mesa que le servía de camilla y Jaime tomó asiento a su espalda. Varias cicatrices rosadas cubrían su piel pálida y tenía marcas de ataduras en el cuello. Jaime ajustó la vista por encima de su hombro, también tenía esas marcas blancas en los tobillos, y probablemente en las muñecas… “La tenían prisionera y ha escapado…-dedujo el primogénito de Lord Tywin-por eso no quiere que la aten, tiene miedo de que la vuelvan a apresar… Por eso habla tan poco sobre de donde viene…”
Naerys cruzó los brazos sobre su pecho y Jaime la abrazó con fuerza para evitar que se moviera. Notó su cuerpo juvenil pegado al suyo: estaba completamente desnuda, apenas cubierta por la capa roja que le había prestado. Notaba sus pechos pequeños y la piel tersa y pálida, mientras que el cabello blanco le acarició el rostro como una pluma… Echaba demasiado de menos a Cersei, la necesitaba… pero esa joven… ¿Qué tenía que le llamaba tanto la atención? ¿Quizá su aspecto exótico lo tenía hipnotizado? ¿A lo mejor era su carácter? Era agresiva, valiente, una leona delicada una flor. Poseía los aspectos que más le gustaban de las dos mujeres de su vida: Brienne y Cersei. Empujó su cuerpecito hacia delante y lo presionó contra su pierna, para inmovilizarla completamente, entonces el maestre prosiguió:
Lannister quedó impresionado: la joven intentaba con todas sus fuerzas no gritas. No mostrar dolor. Cerraba los ojos y contraía la mandíbula, pero al tercer intento estalló: su cuerpo se sacudió y Jaime tuvo que esforzarse para impedir que se moviera…

-Tiene que aguantar un poco más-explicó el maestre-Ya casi lo tengo…

Jaime estaba rojo de presión, pero asintió y volvió a colocar en la posición óptima a Naerys para el cuarto intento del maestre.
La mañana terminó con Naerys sentada junto al fuego con sus lobos sorbiendo un guiso de carne de un cuenco de madera. Jaime la miraba como un padre orgulloso por el esfuerzo que había realizado. El maestre se había retirado, la muchacha ya podía andar y los puntos de la cabeza terminarían cayéndose solos, le dio algunas instrucciones para tratar el corte y mantenerlo limpio y se ofreció a preparar una pócima para el dolor que se negó a aceptar. El tobillo se había colocado perfectamente de nuevo, y aunque al principio le daba miedo andar, al poco tiempo se había puesto a brincar con sus mascotas por todo el pabellón. Su ropa ya estaba limpia, pero había preferido permanecer con la capa roja en lugar de su andrajosa y antigua capa.
Jaime la observaba comer cuando Bronn entró al pabellón deseándole buenos días.

-¿Novedades?

-Nada. Ese Pez Negro es más tozudo que vuestro hermano…

Jaime se rio mientras el mercenario se servía un tazón de guiso.

-¿Quién es?-preguntó al ver a Naerys.

-Eso estoy intentando averiguar…

Jaime Lannister cogió un taburete y se sentó junto al fuego, al lado de Naerys. Las llamas se reflejaban en sus ojos grises como el sol naciente después de una tormenta.

-Está bien, -admitió el caballero-comprendo que no quieras hablarme de tu pasado, eso es algo personal… Pero no me negarás que es extraño que una doncella solitaria, vestida como un muchacho me envista a caballo mientras paseaba para despejarme-Naerys se encogió de hombros:

-En mi tierra siempre me han dicho que los hombres del camino son peligrosos y que violan a las niñas. Que nunca debía ir sola por los bosques… Me asusté al oíros, y pensé que una huira rápida sería la mejor opción.

“¡Qué tontería! Si hubiese pasado a mi lado tranquilamente con su caballo apenas me habría fijado. 

¿Quién le metería todo eso en la cabeza? ¿Las septas o algún pequeño y graciosillo señor?”

-¿Y hacia dónde os dirigís?-Naerys tragó saliva-¿O me diréis que una muchacha norteña estaba de pase tan al sur del cuello?

La bastarda escupió la comida de nuevo al plato:

-Estoy en misión para mi señor. Debo entregar un mensaje…

“¿Así que hay un señor eee?

-¿A quién?

-No es asunto vuestro…

"¡Pero que niña más insolente!"

-¿Sabéis dónde está el destinatario?

-No exactamente… Sé que viaja por las Tierras de los Ríos. Cabalgaré hasta encontrarla…

“¿Así que es una ‘la’?

-Bronn-el mercenario se acercó a él con su porte dejado y la mano sobre la empuñadura de la espada. -¿Podéis llamar a Podrick Payne, por favor?-Bronn asintió y desapareció entre las cortinas del pabellón.

El rato hasta que llegó Pod, Jaime lo pasó intentando averiguar quién era su señor, el receptor de la carta y que contenía el mensaje, pero todos sus esfuerzos resultaban inútiles. La chica se negaba a hablar… Al poco tiempo, y para el alivio de Jaime, quien comenzaba a desesperarse por las respuestas impertinentes de la joven, el mercenario regresó acompañado por el regordete y bajito escudero de cabello negro.

-Naerys… Este es Podrick Payne, de la casa Payne. Antaño fue escudero de mi hermano: Tyrion Lannister, aunque ahora es el encargado de servir a Lady Brienne de Tarth…-los ojos de la joven se abrieron como platos. Probablemente preguntándose como lo habría sabido- Lady Brienne no se encuentra ahora mismo en el campamento, volverá en apenas unos días. Doy mi palabra de Lannister de que Pod es el escudero más leal y fiel que podréis encontrar en los Siete Reinos. No leerá el mensaje ni soltará prenda sobre ello…

Bronn también dio su palabra. La promesa de un Lannister y de un mercenario parecían no valer demasiado para Naerys, sin embargo, se acercó al joven escudero y extrajo un pequeño pergamino amarillo que ocultaba en la empuñadura de su puñal “muy astuta” pensó Jaime. Quizá fuese el bondadoso rostro del chiquillo, o las ganas de deshacerse de una vez de ese mensaje, la cuestión es que Naerys, por fin y desde que había llegado podía confiar en alguien. Se llevó a Pod a parte, el caballero pudo oír lejanamente lo que le decía…

-Decidle a vuestra señora que el Norte se está… y que….necesitará de sus servicios…
Podrick Payne agradeció con un gesto con la cabeza y se retiró para retomar sus quehaceres. Enseguida que hubo entregado el mensaje, Naerys comenzó a recoger sus pertenencias:

-¿Ya os marcháis? ¿Ni siquiera vais a pasar aquí la noche? No me hace ninguna gracia que os paseéis por el bosque sola…- sin duda, todo el instinto paternal del que Jaime había carecido con sus hijos biológicos estaba surgiendo a raíz de conocer a esa joven…

-No os preocupéis, se defenderme…- rió divertida.

Jaime no paraba de interponerse en su camino, haciéndole preguntas de las cuales como respuesta solo obtenía más risas y miradas incrédulas.

-¿Hacia dónde os dirigís? ¿Volvéis al Norte? Es peligroso, he oído de que los Bolton acechan los caminos, y esos sí que no son tan bondadosos como yo…

-Me dirijo a las Islas del Hierro…-respondió por fin exasperada-Mi señor me espera allí, probablemente me necesite en cuanto antes… Debo acudir.

Naerys agarró su zurrón, Jaime se lo intentó impedir tirando de él, en su lugar tiró al suelo un montón de papeles y trastos que había sobre la mesa. La muchacha se agachó para recoger sus cosas, cuando entre los mapas de las Tierras de los Ríos encontró un objeto brillante: lo cogió con delicadeza con ambas manos, hipnotizada por su belleza. Se trataba de un espejito ovalado, hecho completamente de oro y adornado con cenefas y estampados. Su peculiaridad: el león que tenía grabado en la parte superior y el venado coronado de la inferior. Naerys lo abrió y contempló las cicatrices de su rostro, acarició los mechones blancos de su pelo y palpó los pómulos y el resto de facciones de su cara. Sin duda se encontraba realmente consternada:

-No, eso no, ese espejo perteneció a mi hija… Fue un regalo de su madre el día que se marchó a Dorne…-Naerys cerró el espejo avergonzada y tragó saliva. Jaime, que se había agachado junto a ella, observó su rostro aturdido, sin duda, hacía mucho tiempo que no se miraba en un espejo… La muchacha le tendió el artefacto, peor Jaime cerró sus manos alrededor. El frio metal del oro y el de su mano parecían estar en sintonía con las gélidas manos de la joven:-Pensándolo mejor… Creo que deberíais quedároslo, mi hija falleció, no creo que vaya a utilizarlo más… Desde aquí debéis partir hacia el noroeste, atravesad las montañas y llegaréis a una pequeña península llena de pueblos pesqueros que visitan Pyke y el Gran Wyk casi a diario. Si empeñáis esto podréis conseguir un pasaje para que os lleven a vuestro destino…-Naerys observó atónita el discurso que le había dado Jaime Lannister, apenas le salían las palabras de agradecimiento-Bronn os acompañará hasta la península. No os neguéis, no conseguiréis libraros de ésta, quiero saber que llegaréis a salvo a vuestro destino, sino no podré dormir tranquilo por las noches…

La muchacha rodeó su cuello con sus brazos, casi derribándolo. Tantos años sin ejercer de padre y ahora todo ese instinto afloraba al conocer la triste historia de la muchacha de ojos de lobo y pelo blanco.

-Pero me gustaría pediros un favor:-Naerys asintió convencida. El caballero trenzó un mechón de pelo plateado escondido bajo la nuca y lo cortó con una navaja. En la parte interior, su cabello era de un gris plateado en lugar de blanco como en la raíz, pero le serviría-Quiero quedarme esto a cambio, para recordaros…

Con la caída del sol Naerys con su capa escarlata ondeando con la brisa, Bronn y sus perro-lobos 
Jaime Lannister despidiéndose de
Naerys Nieve.
dejaron las Tierras de los Ríos, Jaime salió a despedirlos montado en su caballo blanco. Se detuvo en los límites del campamento, entrecerró los ojos y utilizó su mano izquierda como visor: el aire frío de la tarde le pegaba la capa al cuerpo y le revolvía la cabellera rubia. Los rayos naranjas como el fuego apenas le dejaban distinguir cuatro figuras negras que se alejaban al galope convirtiéndose a cada paso cada vez más diminutas. Cuando las perdió de vista, Jaime contempló el mechón de pelo trenzado que le había cortado: Quizá había dejado escapar a una fugitiva, o una pequeña lady, a una prisionera de mucho valor… Quizá el mensaje era una amenaza de muerte o un intento de asesinato hacia su persona, quizá era un aviso de guerra, de revuelta, una traición… Jaime jamás lo sabría, había pagado su deuda, aunque se sentía vacío por dentro. Se había sentido orgulloso, quería cuidar de ella, mantenerla a salvo sin saber exactamente porque motivo, se había sentido el padre que nunca tuvo… Cerró el puño en torno al mechón plateado y observó el horizonte:



-Espero que nos volvamos a encontrar, Naerys Nieve… De verdad que lo espero.


LAS MUJERES DEL HIERRO

Naerys se casó de azul, ella misma elaboró su vestido. Lo normal era que vistiese con los colores de su casa, pero como Naerys no tenía casa, decidió casarse de azul. El azul era frío como el hielo, como las tierras que la habían visto crecer, pero también representaba el mar: esa enorme masa de agua, de la que entre afilados acantilados se encontraba su nuevo hogar:
El vestido era largo hasta los tobillos, y caminaba descalza por la arena de la playa, acompañada de Asha. Las mangas y parte del escote era de tela transparente, igual que la capa, que llevaba bordados copos de nieve, como simbolismo de la tierra que la vio crecer. El cabello blanco le caía ondulado sobre los hombros, brillante, resplandeciente, iluminado por reflejos de plata. Una trenza le rozaba la mejilla izquierda y en toda la cabellera le habían colocado flores de cristal blanco y azul. Theon aguardaba junto a su tío Aeron, Asha lo observó, volvía a sonreír, por primera vez en muchos años, pero ya no esbozaba esa sonrisa repelente que la ponía de los nervios, no, era una sonrisa pacífica, totalmente diferente. Las olas golpeaban las rocas con fuerza, Theon se había vestido con la armadura ligera de las Islas del Hierro, con un gran kraken esculpido en el pecho en colores grises y plateados, sobre sus hombros portaba una capa negra y dorada, los colores de su casa. Estaba metido en el agua salada, hasta los tobillos, junto a su tío Aeron Pelomojado, sacerdote del Dios Ahogado y el hombre que iba a unirlos en matrimonio. Caía la tarde, y la playa estaba desierta, solo se oía el rugido de las olas impactar contra las rocas y acariciar violentamente las costas arenosas.

Theon Greyjoy y su tío, el sacerdote Aeron Pelomojado,
aguardan la llegada de la novia.
-Es una mujer muy bella, sois muy afortunado…-le susurró Aeron a Theon mientras Naerys se acercaba. Había que romper ese silencio incómodo, era la boda más triste que había presenciado jamás. No había vino, ni música, ni siquiera invitados: solo los novios, el sacerdote y una testigo, y puesto la delicada situación del joven Greyjoy, nadie se atrevía a pronunciar ningún comentario subido de tono.

Pelomojado había oficiado muchas ceremonias, pero ninguna tan triste ni tan solitaria como esa, aunque Theon parecía feliz, y al fin y al cabo eso era lo que importaba. Intercambió una mirada cómplice con Asha, sin duda la gran artífice de todo. Poco tiempo después de la muerte de Balon, Theon Greyjoy había regresado a las Islas del Hierro, huyendo del bastardo de Bolton. Asha se mostró molesta, ella era la heredera de su padre, pero si aún vivía un hijo varón, él tendría preferencia respecto a ella en la sucesión como Señor de las Islas del Hierro.

Theon otorga su derecho de lord a su hermana Asha, a cambio
de que ésta le permita contraer matrimonio con la bastarda norteña.
-No vengo a reclamar tu trono…-tenía la voz más aguda que como lo recordaba, tenía el cabello largo y el rostro demacrado.-Sé que padre te entrenó y te educó para que lo tomarás tú, y voy a respetar su decisión… Votaré tú nombre en la asamblea…-Asha se sorprendió realmente ante las palabras de su hermano- Solo te pido que me concedas un favor.-la muchacha aceptó escucharlo. Theon le presentó a una joven, vestida con ropas de muchacho y con el cabello tan rubio que parecía blanco-Su nombre es Naerys Nieve, es una bastarda del Norte, me ayudó a escapar de las garras de Ramsay… Asha, yo no soy de utilidad, respaldaré tu candidatura y te ayudaré en lo que haga falta, pero por favor, permíteme, que me case con ella…

Naerys parecía tan sorprendida como ella, pero apenas pronunció palabra. Theon la tomó de la mano y la miró enamorado. Era la primera vez que veía al idiota de su hermano comportarse así, y no le quedó más remedio que aceptar.

Como la muchacha no tenía familia, fue ella misma la que se encargó de llevarla hasta su futuro esposo. Aunque tímida, Naerys era una joven muy agradable, y Asha enseguida congenió con ella, ayudándola a elaborar su propio vestido de novia.

El camino hasta Theon se le hizo interminable, esa playa parecía interminable, pero por fin, él le tendió una mano. Naerys recogió sus faldas y se introdujo en el agua, a su lado.

A pesar de la cercanía de las Islas del Hierro con el Norte, los ándalos habían introducido ciertas costumbres del sur, y por ese motivo, la ceremonia de unión era más parecida a la de la Fe de los Siete que a la de los Antiguos Dioses:

Habían preparado tan rápido la boda que ni siquiera se habían podido hacer los regalos correspondientes. Asha cedió unas bonitas estancias del castillo de Pyke para que pudiesen residir los recién casados, mientras que Aeron Pelomojado los bendijo ante el Dios Ahogado. Theon regaló a Naerys un broche de oro en forma de kraken, dándole la bienvenida a su nuevo hogar, la joven, en cambio sacó el tiempo suficiente como para construir un nuevo arco para Theon, era la pieza más fina y delicada que había visto jamás, perfecto para su altura y complexión y la curva perfecta para que las flechas llegasen lo más lejos posible: lo había construido con troncos a la deriva, bien pelados y tratados y recubiertos con una película de resina brillante que daba textura a los krakens y a los lobos que había tallado. Con el arco también le regaló una flecha, en la punta llevaba atada su viejo pergamino amarillo, aquel que decía su nombre y que era lo único que tenía de su familia. Quería que Theon lanzase la flecha lo más lejos posible, simbolizando así el fin de sus días como bastarda y el inicio como miembro de las casa Greyjoy. El joven agradeció el regalo con una sonrisa enternecedora, y se sintió decepcionado consigo mismo: su broche valía mil veces más, pero ese arco tenía un valor especial, e iba a darle el uso que le merecía.

Miró a Naerys a los ojos antes empezar la ceremonia, ella le sonrió nerviosa, el viento le revolvía los cabellos alrededor del rostro. Estaba radiante y emocionada como una niña por el día de su boda. Aeron ordenó que se tomasen de las manos.
“No sé qué debo haber hecho tan bien para que me envíes este regalo” agradeció Theon al Dios para sí mismo antes de comenzar con el ritual:

No hubo canto nupcial, y como apenas había asistentes, nadie se opuso al matrimonio. En el rito usual, el padre o tutor de la muchacha le hubiese quitado la capa con los colores de su casa para que él le colocase los de la suya, como símbolo de protección. Pero fue el mismo Theon el que desabrochó el nudito que soportaba la capa de Naerys y observó como una violenta ráfaga de viento se la arrancaba violentamente y la adentraba en el mar. Greyjoy observó como la capa se alejaba hasta que los fuertes rayos del sol del atardecer le impidieron ver más allá. La joven se tomó el asunto como una broma y rio satisfecha, era la señal que esperaba: su pasado se alejaba en el mar para dar paso al futuro, en aquella tierra de hombres de hierro. Theon le colocó su capa: con los colores de la casa Greyjoy. Naerys continuó con el ritual:

-Con este beso te entrego en prenda mi amor y te acepto como señor y como esposo.-pronunció intentando aparentar solemnidad.
Theon repitió el juramento:

-Con este beso te entrego en prenda mi amor y te acepto como señora y como esposa…
El muchacho no terminó de pronunciar la frase, sino que se lanzó a besarla en los labios. Naerys respondió al beso divertida. Incluso la fiera Asha no pudo evitar sonreír ante la estampa de la pareja, besándose, con el mar de fondo y los rayos del sol atravesándolos. Pelomojado concluyó la ceremonia:

-Aquí, ante los ojos del Dios Ahogado y los Hombres del Hierro, proclamo solemnemente a Theon, de la Casa Greyjoy y a Naerys Nieve marido y mujer, una sola carne, un solo corazón, una sola alma, ahora y por siempre. Y maldito sea quien se interponga ante ellos.

Theon, siendo bendecido con agua salada
para honrar al Dios Ahogado
Theon y Naerys se arrodillaron en el agua, Aeron se acercó a ellos y colocó una mano sobre la frente de cada uno. Los empujó bruscamente hasta que ambos cayeron de espaldas y sumergieron sus cabezas en el agua salada. Los sostuvo allí, durante unos segundos que parecieron siglos, hasta exprimir al máximo lo que aguantaban los pulmones humanos bajo el agua. Después tiró de ellos hacia arriba, casi a la vez inspiraron una enorme bocanada de aire para volver a sentir el oxígeno fluir entre sus pulmones. Theon jadeó agotado, mientras Naerys tosía para escupir el agua que había tragado. Greyjoy se preocupó por ella y se arrodilló a su lado, pero la joven alzó la vista hacia él, sonriendo, con los ojos grises brillantes de júbilo. No pudo contenerse y besó de nuevo a su ya marido, aún arrodillados dentro del agua. Lo habían hecho: 

-A partir de ahora, tu nombre será Naerys Greyjoy…-pronunció sonriendo con los ojos escocidos por la sal. Apoyó su frente en la de ella-Ahora tú eres mía…

-Y tú eres mío…-respondió ella.

*     *      *

Y entonces llegó la tan temida noche de bodas, por respeto al novio, no hubo ceremonia de encamamiento ni nada parecido. Los sirvientes dejaron una cena en la alcoba que les habían preparado. Asha no paraba de mirar nerviosa a todas partes, buscando la mirada de apoyo de su tío, que también parecía excesivamente confundido con aquella extraña situación. El que parecía estar más despreocupado sobre lo que pasaría aquella noche era el mismo Theon, que aguardaba tranquilo, medio sonriente junto a su nueva esposa a que terminasen de preparar sus habitaciones.
La estancia era amplia y caliente, con las paredes recubiertas de madera y una enorme chimenea crepitante con un kraken de piedra tallado sobre ella. La enorme cama estaba cubierta con mantas moradas de terciopelo y cubiertas con un delicado cortinaje transparente. Sobre la larga mesa habían servido un suculento festín compuesto mayoritariamente de platos de pescado y marisco. Nada más entrar en la estancia y quedarse por fin solos, Naerys se quitó la pesada y empapada capa para tenderla junto a la chimenea. Ambos estaban empapados por la bendición del Dios Ahogado, así que también se había dispuesto para ellos una mesita sobre un brasero con toallas limpias y calientes. Theon cogió una y se secó la cabeza mientras tomaba asiento sobre la cama. Inmediatamente, Naerys le sirvió una copa de vino y se dispuso a desabrochar los protectores de hierro de sus piernas. Greyjoy tomó con delicadeza sus muñecas y la obligó a alzarse, los ojos grises y aterrorizados de ella se cruzaron con los ojos azules de Theon. Él notó como sus manos se tensaban entre las suyas, estaba helada:

-Ya no eres mi sirvienta, eres mi esposa…-la regañó suavemente-si necesito ayuda, la pediré… Vamos, ve a cambiarte o se enfriará la cena.

Naerys asintió con un movimiento de la cabeza:

-Como ordenéis, príncipe Theon…-la joven se incorporó y se encaminó hacia el otro lado de la estancia, donde habían colocado un biombo de mimbre tejido enfrente de su vestidor.

-Naerys…-la llamó antes de marcharse. Ella se volvió levemente-Solo Theon…
La muchacha asintió y siguió su camino. La tenue luz de las antorchas apenas le permitía distinguir la silueta del biombo, así que hasta que su esposa hubo terminado de arreglarse y regresó a su lado, no pudo distinguir como se había vestido. La túnica rosa semitransparente le caía por un palmo encima de las rodillas, se la ceñía al cuerpo con un cordel dorado, era de manga corta, pero dejaba sus estrechos hombros al descubierto. El cuello lo decoraba un pequeño kraken dorado y el cabello blanco caía ondulado sobre su espalda, disparando destellos plateados con la luz de las antorchas. Se quedó boquiabierto, observando a su hermosa esposa. Ella tomó asiento a su lado, silenciosa, como era siempre, y le ayudó a desabrocharle la coraza:

-Lleváis un vestido precioso…-un haz de la galantería que caracterizó al antiguo Theon se veía reflejado en aquel piropo. Naerys se sonrojó. Siempre la había visto vestida con ropas de muchacho y el cabello sucio, y no había podido apreciar esa belleza tan exótica: medio norteña, medio valyria- Disculpad… si os he ofendido…-dijo preocupado al ver como la joven giraba la mirada. Tomó su mano entre las suyas. Estaba fría, siempre tenía las manos frías…

-No me ofendéis prin… Theon…-Naerys se armó de valor y miró a su esposo a los ojos-Es solo… que… soñé tantas veces este momento cuando era niña… Y por fin, se ha hecho realidad, aún no logro creerlo… Cuando vivía en Invernalia, robé uno de los viejos vestido de Lady Sansa, para arreglarlo y que os fijarais en mí. Lo guardé durante muchos años, pero tuve que dejarlo cuando huimos… Se lo conté a Asha y consiguió este para mí… No es igual pero…
Theon la besó en los labios para hacerla callar:

-Estáis preciosa…

Naerys se sonrojó de nuevo, pero en seguida su expresión se volvió oscura y sombría, y volvió la mirada. Theon la obligó a mirarlo de nuevo.

-Siento no poder cumplir con mis deberes como esposa…-susurro ella casi entre lágrimas-No puedo complaceros, ni tampoco voy a daros hijos…

-Eso no es culpa vuestra… Fui yo el que os pidió que os casarais conmigo, y aceptasteis aun conociendo todo esto sobre mí… Fui traidor, un esclavo, me mutilaron… pero sois la única que se dignó a darme un voto de confianza, que me defendió… Y pensé “Por los Siete, si hay alguien en el mundo que se preocupe de esa manera por mí, quiero pasar con ella el resto de mi vida… Y aceptasteis”.  No sois vos la que debe complacerme, debo hacerlo yo… Por concederme el honor de hacerme el hombre más feliz del mundo conocido.

Ella sonrió por fin, y Theon soltó una carcajada.

-¿Confiáis en mí?-le preguntó. Ella asintió- Genial. Recostaos…

Greyjoy la empujó ligeramente hacia atrás y la tumbó en la cama y se quitó la camisa. Naerys alargó las manos y acarició sus viejas cicatrices… Él se llevó sus dedos a los labios y los humedeció suavemente, agradeciendo el gesto de cariño. Con delicadeza, le desabrochó el cordel que sujetaba su túnica y la deslizó hacia abajo. Contempló su hermoso cuerpo desnudo, joven, con curvas, pero con las piernas fuertes de un jinete. Se recostó sobre ella para besarla, mientras la muchacha envolvía su cabeza y la atraía hacia sí:

-Quizá me hayan mutilado… Pero en todos mis años como el principal mujeriego de Invernalia, aprendí algún que otro truco…-soltó orgulloso.

Sus labios comenzaron a besar el cuello de su esposa, mordió los pezones y los succionó con ansia. Sus hábiles dedos comenzaron a jugar con el vello de su sexo y a introducirse entre los labios. Naerys soltó un leve gemido de placer. Sin duda este hombre no era como Ramsay, recordaba con temor 
Theon siento como vuelve a ser el que era
en su noche de bodas
como la penetraba, como la había robado la virginidad… Como le rajaba el cuello y chupaba su sangre mientras se la follaba… pero Theon era tan dulce, tan delicado… La estaba tratando como una princesa, en lugar de como la bastarda que en realidad ella. Su lengua se deslizó hasta el ombligo, jugueteó con él un rato y luego la introdujo entre su sexo. Ella se sobresaltó estallando en un sonoro gemido de placer que inundó la estancia. Estaba húmeda y caliente. Se sintió satisfecho al sentir como lo deseaba y como disfrutaba con sus besos, aunque una pequeña parte de él deseara penetrarla con todas sus fuerzas. Naerys también ansiaba sentirlo dentro, que la inundase con su semilla. Introducir su miembro en la boca, sentir como se deshacía en olas de placer al contacto con su saliva y su gemido, su éxtasis al estallar su cálida esencia sobre su cara. En su lugar debía confirmarse con sus lametones y sus dedos hábiles en la entrepierna que la hicieron estallar en un profundo orgasmo.
En el pasillo: Asha Greyjoy y Aeron Pelomojado se miraban confundidos ante los extravagantes gemidos que salían de la habitación.
Theon se tumbó a su lado, orgulloso, mientras ella se tapaba la cara avergonzada.

-No debéis avergonzaros por haber gozado...-se rió divertido, por la expresión de la muchacha.

-Lo siento, es que aún no me creo que sea la esposa de Theon Greyjoy…-cubrió su desnudez y el cuerpo de Theon con las mantas de terciopelo y le acarició el pelo mientras observaba aquella sonrisa impertinente que la había enamorado cuando era niña.- ¿Os cuento un secreto?-él asintió satisfecho al ver como por fin, Naerys parecía abrirse a él- Cuando era niña, soñaba que Lord Eddard se daba cuenta de que yo era una auténtica Stark, me legitimaba y me comprometía con vos para establecer una alianza entre las casas Stark y Greyjoy… Ya no era una bastarda, no era una don nadie… Era Naerys Stark de Invernalia, la hija de Lord Eddard Stark, hermana del Joven Lobo, princesa del Norte… Era alguien con título, alguien lo suficientemente importante para llamar vuestra atención…
Pero solo era un estúpido sueño de una niña de verano.

Naerys miró al techo,  con los ojos tristes, recordando aquellos lejanos días como jinete en Invernalia, en una mezcla de sentimientos entre nostálgica y apenada. Greyjoy se sintió culpable por haber estado tan ciego y no haberse percatado antes de la joven de cabellos blancos que los espiaba mientras entrenaban:
Theon se recostó sobre su esposa y sus ojos azules se entrecruzaron con su mirada canina:

-A veces los sueños se cumplen… Yo creía que jamás volvería a ser yo que moriría siendo Hediondo, pero aquí estoy, en casa, gracias a una simple muchacha que me salvó la vida… que me hizo ser fuerte, me hizo ser Theon Greyjoy de nuevo.-Naerys apartó la mirada, entre lágrimas; rememorar la tortura que los había hecho sufrir Ramsay Bolton siempre la hacía llorar:-Jamás volváis a decir que no sois nadie, jamás volváis a infravaloraros: sois Naerys Greyjoy de Pike, -proclamó orgulloso-esposa de Theon Greyjoy, hijo de Balon Greyjoy señor de Las Islas del Hierro y capitán del Gran Kraken. Sois una mujer del hierro, tan fuerte que habéis conseguido romper este maltratado corazón de metal y enamorarme con vuestra valentía…

Theon se tapó la boca, no esperaba pronunciar aquella última frase, pensó que avergonzaría a Naerys, pero en su lugar, ella le sonrió enamorada:

-Yo también estoy enamorada de vos… Theon Greyjoy… Yo también os amo.


La joven lo atrajo hacia él y le besó con cariño, bajo las mantas moradas de terciopelo, iluminados por las febriles luces de las antorchas y vigilados por la escultura de kraken sobre la chimenea. A lo lejos, el rumor de las olas impactaba contra los acantilados de la isla, mientras que aquella fría luna de finales de verano era testigo de que a veces: los dulces sueños de los niños de verano, se hacen realidad.


LA CABEZA DEL REY

Naerys sintió como su cuerpo colisionaba contra el suelo, partiéndose el labio y varias costillas en el choque. Levantó el rostro del río mármol, pero le dolía tanto la cabeza que se le nubló la vista. Intentó levantarse, pero los brazos le temblaron y volvió a caer, esta vez sobre un líquido caliente y rojo como el vino. Se miró las manos, teñidas de escarlata, desprendían un olor fuerte, repugnante, como el aliento de un oso. Intentó levantarse de nuevo, pero la sangre la retenía. Buscó el origen de tanta muerte, pero no era suyo. Un regero de sangre chorreaba frente a ella, pero apenas podía ver más a allá de dos palmos. La oscuridad envolvía la sala, solo podía distinguir las columnas de piedra a ambos lados del pasillo y el suelo de mármol blanco y negro. Un lejano murmullo comenzó a tomar fuerza, Naerys conocía aquel sonido: el sonido del acero, los cuernos de guerra, los gritos ahogados... ¡Se estaba librando una batalla! Tenía que huir. Un golpe hizo temblar el suelo a su alrededor, la joven se volvió hacia el origen del sonido, ¡era un cadáver! era el cuerpo de un guerrero, llevaba escudo y lanza y cota de maya, y de su vientre no paraba de manar una sangre negra y putrefacta. No podía distinguir su blasón ni tampoco su rostro: una sombra negra lo ocultaba. De repente cayó otro cuerpo, y otro, y otro más. Estaba rodeada de cadáveres. Un olor a putrefacción le inundó los pulmones, sentía ganas de vomitar. La bilis le quemaba la garganta. La batalla se intensificaba, ya no estaba tras los muros, ¡estaba dentro! Tenía que huir, intentó liberarse desesperadamente pero la sangre la mantenía pegada al suelo. Sintió un gruñido canino y el disparo de mil ballestas, después un gemido y más olor a muerte. Después una hacha cortaba la carne y el aire se pringó de un olor a pelaje húmedo. El siguiente sonido fue más escalofriante, venía de delante suyo, como si le hablasen cara a cara, pero no podía ver absolutamente nada, solo oscuridad: negra oscuridad. Escuchaba las voces de una fiesta, conocía esa canción: Las Lluvias de Castamere... Un puñal se hundió en un corazón, sintió como dejaba de latir y como la sangre caliente le chorreaba por las manos y le empapaba las ropas. Otra vez las hachas y un objeto rodó hacia ella, no lo consiguió distinguir hasta que no se encontró a apenas unos centímetro de ella: tenía una espesa cabellera rojiza y estaba manchada de sangre. ¡Era una cabeza humana! Se volteó lentamente hacia ella...

-¡No!-el gritó despertó a Theon, que dormía plácidamente a su lado, y la abrazó con todas sus fuerzas. 

"Está fría ¿por qué siempre está tan fría?"

Naerys jadeaba, el corazón le latía muy deprisa y tenía el rostro desencajado de terror. Theon la abrazó protector:

-Ya está, ya ha pasado todo... Solo ha sido una pesadilla-le susurró con ternura.

-¡Robb! ¡Robb! ¡Era Robb!

-¿Qué pasa con Robb, Naerys?

-Estaba... su cabeza... tenía los ojos vidriosos y la boca abierta. Llevaba una corona... una corona de plata en forma de cristal de nieve... Se dónde está Theon. ¡Se dónde está la cabeza de Robb! Tengo... tengo que ir a buscarla, si debo ir en su busca, y llevarla a Invernalia, para que le hagan una estatua, si, con una espada y un lobo huargo tumbado a sus pies... Igual que Viento Gris.

-Naerys...-Theon le colocó una mano en el hombro. Sus ojos tenían un brillo diferente-Robb murió hace años, lo decapitaron y pasearon su cuerpo con la cabeza. Después lo quemaron todo...

-No quemaron su cabeza Theon, se olvidaron de ella. Se donde ésta y debo ir a buscarla... Es la única manera para que se detengan las pesadillas...

Naerys llevaba tiempo durmiendo mal: tenía sueños horrendos, y en todas sucedía lo mismo: un rey con cabeza de lobo la perseguía, la intentaba cazar y se metía en unas cuevas buscando refugio. Él la derribaba y le gruñía en la cara. Su aliento apestaba como un ejército de muertos. En otro la arrastraba la corriente de un río de sangre, era tan fuerte que no podía nadar para escapar, intentaba agarrarse a las ramas de los árboles que colgaban sobre ella, pero en su lugar tiraba de los pelos de la cabeza de Robb Stark, que se giraba para mirarla, con esos escalofriantes ojos vidriados y los labios blancos. 
¿Dónde se encuentran los escasos restos
humanos del difunto Robb Stark?
Pero había una cosa que todos los sueños tenían en común, en todos, escuchaba de lejos Las Lluvias de Castamare. 

La doncella se levantó de la cama y comenzó a vestirse en la oscuridad.

-¿Pero dónde vas?

-A Aguasdulces, tengo un amigo allí, podrá guiarme hasta los Gemelos, y desde allí seguiré el curso del Forca Verde... 

Naerys comenzó a preparar su zurrón y su arco, con mapas de las Tierras de los Ríos y el espejo dorado que le regaló Jaime Lannister. Su esposo saltó de la cama y la sujetó por los hombros, agitándola para hacerla entrar en razón...

-Naerys, hace años que Robb murió, si su cabeza cayó por el río, probablemente fue carnaza para los peces y si no, ya estará podrida y putrefacta en algún lugar de los Gemelos... Solo son sueños. se que apreciabas a Robb, pero está muerto, no podemos hacer nada para remediarlo...

La muchacha acarició la mejilla de Theon con ternura y apoyo su frente en la de él y ambos cerraron los ojos.

-Soy tu hermano-recitó ella. Greyjoy abrió los ojos como platos, sabía que venía a continuación. Su juramento, ¿pero cómo lo sabía ella? No estaba presente...-Ahora y siempre.

-Ahora y siempre-respondió él.

-Mi espada es la tuya, en la victoria y en la derrota. Desde hoy hasta el último de mis días...

-¿Cómo sabes eso?-preguntó atónito.

-Simplemente lo se, igual que se que la cabeza de Robb cayó por un río y que ahora está en un lugar oscuro donde hay mucha sangre y huele mal...

-Déjame acompañarte. Le juré lealtad a Robb hasta el final de mis días, y mis días aún no han terminado...

Se abrazaron con cariño. En su torso desnudo, Theon podía sentir los pezones erizados de su esposa a través de la fina seda que cubría su cuerpo.

-Tú debes quedarte aquí para apoyar a Asha como Reina de la Sal y de la Roca. Yo me encargaré de reunir a Robb con su padre. Tu ya has sufrido demasiado Theon...

Le tomó la mano, tenía dos dedos semi-amputados y el torso repleto de cicatrices, tampoco tenía nada bajo el pantalón, pero a ella parecía no importarle.

-Por mucho que dijesen que Robb se parecía a Lord Eddard, se equivocaban. No lo conocían como yo, era mi hermano. Ned habría renunciado al amor y habría cumplido con su deber, Robb era muy pasional, siempre interponiendo los sentimientos y la moral por encima de todo: se casó por amor y mira como terminó. No tuvo la suerte que tengo yo, acostándome cada noche con la mujer de mis sueños... Y ahora él quiere apartarla de mi lado. Ni hasta en la muerte va saber dejar de lado los sentimientos...-los ojos de Naerys brillaban más que nunca, la abrazó contra su pecho y suspiró hondo-Creí que no te importaba quién se sentase en el trono de los Stark, ni en el Trono de Hierro...

-Yo tampoco lo creía, hasta que empujé a la amante de un bastardo por las murallas y ayudé a escapar al último hijo superviviente de Balon Greyjoy y a la legítima heredera de Invernalia.

La miró lleno de orgullo mientras se mordía el labio inferior. Le dio un beso en la frente y luego la miró a los ojos, sus manos seguían unidas.

-Debes andarte con mucho cuidado, el Norte está muy agitado últimamente: Jon Snow está reuniendo un ejército para recuperar Invernalia de los Bolton, y si por casualidad te viese alguno de los espías de Lord Ramsay estarías muerta en menos de lo que canta un gallo...

-Se defenderme sola....-ella sonrío ligeramente. Él volvió a abrazarla. Le besó de nuevo en la frente y luego en los labios.

-Lo se...-una lágrima recorrió su mejilla-¿Recuerdas el colgante que te regale cuando nos casamos?-ella asintió-Llévatelo, para recordarte quien eres y dónde está tu hogar.-la agarró por los hombros y la sacudió para despertarla. La luz de la luna hacía brillar sus cabellos blancos-Eres Naerys Greyjoy, esposa de Theon Greyjoy de Pyke, el último hijo superviviente de Lord Balon Greyjoy y hermano de Asha Greyjoy, Reina de la Sal y de la Roca. Eres una hija del Hierro. ¡Nosotros no sembramos! Venga, repítelo conmigo.

-¡Nosotros no sembramos!

Eso es, muy bien.-un ápice de orgullo brotó de su voz temblorosa-No lo olvides, aquí está tu hogar, tu familia, las personas que amas, tu esposo...-ella asintió entre lágrimas y abrazó a Theon entre sollozos, el le devolvió el abrazo, intentando reprimir el llanto, no quería que su mujer lo viese llorar, pero aborrecía tanto la idea de tener que alejarse de ella-Y por favor, vuelve a casa lo antes posible, sana y salva...


Al día siguiente, Naerys partió hacia la Bahía del Hierro, a bordo de la Zorra Marina. Su potro Loron y sus perro lobos Aemon y Aegon iban con ella. Iba armada con su arco y con un puñal al que apodaba Pluma, porque era ligero y sigiloso como una pluma. El pequeño kraken de oro colgaba sobre su cuello y en su zurrón llevaba oculto el espejo que antaño perteneció a Myrcella Baratheon. El viento azotaba sus cabellos mientras contemplaba como los acantilados de Pyke se hacían cada vez más y más diminutos. Estaba tan distraída contemplándolos que apenas se percató del navío con el que se cruzaron. El Silencio de Euron Greyjoy, ponía rumbo a las Islas del Hierro.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Alaskan Bush Cluedo: ¿Quién disparó al oso?

Buen fin de semanas a todos y a todas. Sé que se está haciendo larga la espera de la segunda parte de Nueva York, pero os aseguro que valdrá la pena. Una pista, ¿Recordáis el primer capítulo de Tierra Mojada? Pues la cosa va por ahí... Y hablando de pistas, he querido dedicar unos "minutitos" esta semana a intentar despejar otra de las grandes incógnitas de la novela, y así, que la espera para Nueva York parte II se haga más corta: ¿Quién disparó al oso que atacó a Matt y salvó su vida y la de Ayla? He recopilado todas las posibles pistas que nos dejan caer: Ayla, Matt, Alba, Gabe, Bam... a lo largo de los últimos capítulos. ¿Seréis capaces de descubrir quién fue el heroico tirador? La respuesta la tendréis en: Cartas desde Browntown, el capítulo que seguirá a Nueva York, parte II. ¡No olvidéis dejar vuestra respuesta en los comentarios y compartir el post en Redes Sociales! Comencemos: Estos son los personajes principales que han habitado Browntown hasta el capítulo X

La voz detrás de ZETA . Capítulo I y Capítulo II

CAPÍTULO I: EXTRAÑOS EN UN BAR —Siento molestarte, ¿pero tú eres Zeta, verdad? ¿El cantante de Mägo de Oz? Saco el dedo con el que removía la copa de balón de ginebra y alzo la vista hacia los brillantes ojos que se están fijando en mí. Son verdes, redondos, enmarcando un rostro ovalado de pómulos altos, nariz pequeña, rasgos delicados y mejillas sonrojadas. Apenas queda gente en el bar. El concierto ha sido un fracaso, he dado lo peor de mí. Estoy mal, estoy roto por dentro, estoy hecho una puta mierda. Me entran escalofríos al recordar la mirada que me ha echado Txus al bajar del escenario. ¿Cuántos gin—tonics llevaré ya? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Qué hora es? ¡Joder, las tres! Y mañana temprano cogemos el avión de vuelta a Madrid. Los demás se han ido hace rato al hotel. Están decepcionados conmigo, enfadados, furiosos… ¿Cómo he podido hacer un concierto tan malo, apenas unos meses antes de la salida del nuevo disco? No es un buen momento para mí, y ellos lo saben, pero a Txus so

TIERRA MOJADA PARTE 3: Cap I: Siempre seremos cientos y tú.

Es primavera en Alaska y me levanto con la primera luz del alba, un fino rayo de sol se filtra entre las cortinas. Suspiro, exhausta ¿cuándo fue la última vez que dormí ocho horas seguidas? Creo que fue antes de quedarme embarazada, y de eso hace ya más de tres años… Me froto los ojos cansada, la habitación en penumbra, a los pies de la cama, duermen mis dos gatos, en forma de pelotas de pelo. Una mano áspera se posa sobre mis hombros, cojo aire y trago una bola de saliva amarga: - ¿Otra noche de insomnio? -me pregunta una voz aguda pero masculina. Me froto el cuello, cansada. Las caricias en el brazo son reconfortantes, y los besos en el hombro desnudo son suaves y agradables. -Siempre va a peor durante esta época del año. -Lo sé. -me da un tierno beso en la frente. Cierro los ojos saboreándolo con dulzura. Una vocecita me llama desde la otra habitación. Cansada, hago el esfuerzo de levantarme. -Ya voy yo. Tú duérmete un ratito más. -No, -respondo desorien